Colaboración del C. de N. Edgardo Loret de Mola
Responsable de la edición: Rosario Yika Uribe
Fuente: Cinco
siglos del destino marítimo del Perú, de Esperanza Navarro Pantac:
Instituto de Estudios Histórico-Marítimos del Perú, 2016
22 octubre 1789: Fallece Enrique Palacios gravemente herido en el Combate de Angamos
Enrique Palacios (publicado el 15 de octubre del 2017 en el diario El Peruano. artículo del periodista Domingo Tamariz Lúcar)
Era el oficial más joven de la tripulación del Huáscar. Llegó a la Marina siendo casi un niño: peleó en Abtao, trajo una nave desde Nueva Orleans luego de un viaje lleno de penalidades; lo dejó todo cuando estalló la Guerra del Pacífico: novia, negocios, delicias de la vida, para defender la soberanía de su patria.
Era el oficial más joven de la tripulación del Huáscar. Llegó a la Marina siendo casi un niño: peleó en Abtao, trajo una nave desde Nueva Orleans luego de un viaje lleno de penalidades; lo dejó todo cuando estalló la Guerra del Pacífico: novia, negocios, delicias de la vida, para defender la soberanía de su patria.
Ya en la contienda, vivió el desgraciado naufragio de la fragata Independencia, en el que, sorteando el fuego enemigo, salvó la vida de su comandante. Finalmente, estuvo en el glorioso monitor Huáscar en el que, gravemente herido –habían muerto ya Grau, Aguirre, Rodríguez y Garezón– tomó el comando de la nave y, con un coraje espartano, se batió hasta el último hálito. Su carrera fue corta, pero brillante.
Enrique Palacios Mendiburu nació en Lima el 16 de agosto de 1850, coyuntura en la que gobernaba Ramón Castilla, el gran propulsor de la Marina peruana de aquellos tiempos. Fueron sus padres Manuel José Palacios y doña María Buenaventura Mendiburu, de elevada posición económica y social. Terminó su secundaria a los 14 años, en el colegio de Nuestra Señora de Guadalupe (1864), y al año siguiente ingresó al colegio Militar Naval, creado como instituto por el mismo Castilla en 1850. Egresó como guardiamarina cuando aún no había cumplido los 15 años, e inmediatamente fue incorporado a la dotación de la fragata Apurímac, cuya comandancia ejercía el entonces capitán de navío Lizardo Montero –años más tarde presidente provisional del Perú–. Se constituyó, así, en el combatiente más joven en la campaña naval contra España y en el Combate de Abtao (7 de febrero de 1866). Ascendió por esta acción de armas a la clase de alférez de fragata.
En 1869 integró el grupo de marinos que viajó al puerto de New Orleans, Estados Unidos de América, para traer al Callao los monitores Manco Cápac y Atahualpa que, a pesar de estar destinados al servicio fluvial, surcaron con éxito incluso el temido Estrecho de Magallanes.
No había celebrado aún los 20 años cuando pidió su retiro para dedicarse al comercio, actividad en la que hizo fortuna. Pero lo más hermoso, lo más digno de alabar en este joven marino fue la decisión que tomó cuando Chile nos declaró la guerra. Dejó entonces de lado sus opulentos negocios y la buena vida para reintegrarse a su institución. Pero eso no fue todo: renunció al sueldo correspondiente a su grado (teniente segundo) y se comprometió a entregar cien soles mensuales para los gastos de su unidad.
En la Guerra del 79 se hizo a la mar en la fragata Independencia, la más poderosa de la escuadra peruana, a órdenes del capitán de navío Juan Guillermo Moore. Apenas empezó la campaña, participó en el Combate de Iquique, frente a Punta Gruesa (18 de mayo de 1879). Allí, desgraciadamente, encalló su nave mientras perseguía a la cañonera chilena Covadonga. Y en esa contingencia, ya bajo la metralleta incesante de la cañonera enemiga, Palacios, audazmente, salvó la vida de su comandante Moore. Y en ese trance, Palacios fue el último que abandonó la cubierta de la fragata, no sin antes entregarla a las llamas. Al día siguiente (22 de mayo), Palacios pasó a la dotación del Huáscar. Dos semanas después (7 de junio), Grau solicitó al Consejo de Guerra que, habiendo prestado Palacios muy útiles servicios, creía conveniente que permaneciera en el Huáscar.
Y en ese acaecer, participó en el resto de la campaña del histórico monitor Huáscar. En el Combate de Angamos –8 de octubre de 1879–, tuvo un notable comportamiento; manejando el micrómetro, cayó herido de muerte. En el fragor de la lucha sufrió catorce heridas, y así –muertos los cuatro oficiales superiores– tomó el mando de la nave y luchó hasta que las fuerzas lo abandonaron.
Moribundo, fue conducido por los chilenos a bordo del Cochrane al puerto de Mejillones (Bolivia). Y así, en estado agónico, fue canjeado por el teniente chileno Luis Uribe y enviado al Callao, a bordo de una nave de la Compañía Inglesa de Vapores, pero falleció en el trayecto, cuatro días después (22 de octubre). Tenía apenas 29 años.
Palacios fue condecorado póstumamente el 28 de mayo de 1880 por el gobierno de Piérola con la Cruz de Acero al Mérito. Sus restos descansan en la Cripta de los Héroes del cementerio Presbítero Maestro. En ‘Catafalco ideal’, al cantar a los héroes de Angamos, dice Juan de Arona: “Ferré, Aguirre, Rodríguez y Palacios. Vivan hoy de la gloria en los espacios”. Así sea.
Enrique Palacios Mendiburu nació en Lima el 16 de agosto de 1850, coyuntura en la que gobernaba Ramón Castilla, el gran propulsor de la Marina peruana de aquellos tiempos. Fueron sus padres Manuel José Palacios y doña María Buenaventura Mendiburu, de elevada posición económica y social. Terminó su secundaria a los 14 años, en el colegio de Nuestra Señora de Guadalupe (1864), y al año siguiente ingresó al colegio Militar Naval, creado como instituto por el mismo Castilla en 1850. Egresó como guardiamarina cuando aún no había cumplido los 15 años, e inmediatamente fue incorporado a la dotación de la fragata Apurímac, cuya comandancia ejercía el entonces capitán de navío Lizardo Montero –años más tarde presidente provisional del Perú–. Se constituyó, así, en el combatiente más joven en la campaña naval contra España y en el Combate de Abtao (7 de febrero de 1866). Ascendió por esta acción de armas a la clase de alférez de fragata.
En 1869 integró el grupo de marinos que viajó al puerto de New Orleans, Estados Unidos de América, para traer al Callao los monitores Manco Cápac y Atahualpa que, a pesar de estar destinados al servicio fluvial, surcaron con éxito incluso el temido Estrecho de Magallanes.
No había celebrado aún los 20 años cuando pidió su retiro para dedicarse al comercio, actividad en la que hizo fortuna. Pero lo más hermoso, lo más digno de alabar en este joven marino fue la decisión que tomó cuando Chile nos declaró la guerra. Dejó entonces de lado sus opulentos negocios y la buena vida para reintegrarse a su institución. Pero eso no fue todo: renunció al sueldo correspondiente a su grado (teniente segundo) y se comprometió a entregar cien soles mensuales para los gastos de su unidad.
En la Guerra del 79 se hizo a la mar en la fragata Independencia, la más poderosa de la escuadra peruana, a órdenes del capitán de navío Juan Guillermo Moore. Apenas empezó la campaña, participó en el Combate de Iquique, frente a Punta Gruesa (18 de mayo de 1879). Allí, desgraciadamente, encalló su nave mientras perseguía a la cañonera chilena Covadonga. Y en esa contingencia, ya bajo la metralleta incesante de la cañonera enemiga, Palacios, audazmente, salvó la vida de su comandante Moore. Y en ese trance, Palacios fue el último que abandonó la cubierta de la fragata, no sin antes entregarla a las llamas. Al día siguiente (22 de mayo), Palacios pasó a la dotación del Huáscar. Dos semanas después (7 de junio), Grau solicitó al Consejo de Guerra que, habiendo prestado Palacios muy útiles servicios, creía conveniente que permaneciera en el Huáscar.
Y en ese acaecer, participó en el resto de la campaña del histórico monitor Huáscar. En el Combate de Angamos –8 de octubre de 1879–, tuvo un notable comportamiento; manejando el micrómetro, cayó herido de muerte. En el fragor de la lucha sufrió catorce heridas, y así –muertos los cuatro oficiales superiores– tomó el mando de la nave y luchó hasta que las fuerzas lo abandonaron.
Moribundo, fue conducido por los chilenos a bordo del Cochrane al puerto de Mejillones (Bolivia). Y así, en estado agónico, fue canjeado por el teniente chileno Luis Uribe y enviado al Callao, a bordo de una nave de la Compañía Inglesa de Vapores, pero falleció en el trayecto, cuatro días después (22 de octubre). Tenía apenas 29 años.
Palacios fue condecorado póstumamente el 28 de mayo de 1880 por el gobierno de Piérola con la Cruz de Acero al Mérito. Sus restos descansan en la Cripta de los Héroes del cementerio Presbítero Maestro. En ‘Catafalco ideal’, al cantar a los héroes de Angamos, dice Juan de Arona: “Ferré, Aguirre, Rodríguez y Palacios. Vivan hoy de la gloria en los espacios”. Así sea.
22 de octubre 1880: Se produce la primera reunión de paz entre los tres países beligerantes de la Guerra del Pacífico. La propicia el secretario de Estado William Evarts a bordo de la corbeta norteamericana Lackawanna estacionada en Arica. Entre los plenipotenciarios de los tres países: Antonio Arenas y Aurelio García y García, por Perú; Mariano Baptista y Juan Crisóstomo Carrillo, por Bolivia; Eulogio Altamirano, Eusebio Lillo y José Francisco Vergara, por Chile. El fracaso de las conversaciones se atribuye en parte al poco celo e interés que en ello pusieron los representantes del gobierno americano.
La corbeta Lackawanna en la que se sostuvo esta reunión tuvo una interesante carrera: Fue lanzada en 1862 en New York y Comisionada el 8 de enero de 1863. El nombre le fue puesto en honor al río Lackawanna de Pensilvania. Casi todo la guerra de Secesión la pasó en el Golfo de México, ya cerca a la bahía de Mobile, en el estado de Alabama o en las cotas de Texas, cerca a Galveston.
En la madrugada del 5 de agosto de 1864, junto con otros 13 buques de madera y 4 monitores de fierro, al mando del Almirante Farragut abordo de su insignia, la corbeta USS Hartford, forzaron la entrada a la bahía de Mobile, en el estado de Alabama, que se hallaba resguardada por los cañones del Fuerte Morgan, el Fuerte Gaines, el fuerte Powell, el blindado CSS Tennessee (de igual silueta que nuestro blindado Loa) y 3 cañoneras, además de minas (torpedos) presentes en numerosa cantidad en la estrecha boca de la bahía. A pesar de solo durar 3 horas, el combate fue muy violento.
Al forzar al entrada, el monitor USS Tecumseh (de la clase Canonicus, a la que pertenecieron también nuestros monitores Atahualpa y Manco Cápac) golpeó una mina y se hundió intantaneamente, sobreviviendo solo 21 hombres de su tripulación de mas de 100.
El solitario blindado confederado Tennessee fue rodeado y atacado por practicamente todos los buques de la Unión, entre ellos la Lackawanna, al mando del CdeN John B. Marchand.
En un momento del combate, esta corbeta puso proa al blindado y lo embistió toda fuerza, sin hacerle mayor daño a este pero si haciéndose daño en su propia proa. El insignia Hartford se puso al lado del Tennessee y le disparo andanada tras andanada, viendo rebotar sus proyectiles, mientras el blindado solo respondió con un cañonazo por tener serios defectos en los estopines de sus cargas. Estando así enganchados, la Lackawanna intentó embestir una segunda vez al blindado pero, en vez de ello, colisionó con el Hartford que estaba virando rápidamente alrededor de este.
Los 3 monitores restantes atacaron luego al blindado y le fueron haciendo daño en las pocas partes móviles de su estructura. Solo un proyectil logró penetrar la coraza del blindado, penetrando las 5 pulgadas de fierro y 2 de madera. Todas las averías del blindado, la imposibilidad de disparar sus cañone, sin gobierno ni máquinas, mas el hecho que todos los buques de la Unión convergían hacia el blindado, su comandante subió a la casamata y rindió el buque.
Los confederados sureños perdieron 12 hombres y tuvieron 20 heridos (de los que solo 2 murieron y nueve fueron heridos en el Tennessee) mientras que las fuerzas la unión del norte perdieron 52 hombres y tuvieron 170 heridos, además de los que murieron al hundirse el monitor Tecumseh. Solo el insignia, Hartford, perdió 25 hombre y tuvo 28 heridos. Pero la victoria fue de los atacantes puesto que los tres fuertes cayeron prontamente en sus manos. Este combate marcó la útil acción naval de esa guerra.
22 de octubre 1949: Se inaugura la Feria de Octubre de 1949. La Marina ha contribuido con el Pabellón de la Armada en el que se exhibe el cazasubmarinos BAP CS-4, que ha quedado sobre sus calzos al costado del edificio. Miles de personas hacen largas colas para ingresar a los dos pisos de que consta el Pabellón.
22 de octubre 1961: La Escuela Naval gana II Campeonato Sudamericano de Remo Amateur realizado en la bahía del Callao.
22 de octubre 1986: La patrulla de combate de la Base Contrasubversiva de San Francisco se enfrenta con un grupo de subversivos en la localidad de Aurora (Ayacucho).
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