lunes, 2 de julio de 2018

EFEMÉRIDES MARÍTIMAS Y NAVALES


Colaboración del C. de N. Edgardo Loret de Mola
Responsable de la edición: Rosario Yika Uribe

Fuente: Cinco siglos del destino marítimo  del Perú, de Esperanza Navarro Pantac: Instituto de Estudios Histórico-Marítimos del Perú, 2016

Efemérides Navales de Hoy 30 de junio



30 de junio 1594: Combate de Atacames. Beltrán de Castro al mando de la armada virreinal persigue la nave corsaria de Hawkins que va rumbo al norte y le lleva muchas leguas de ventaja. En esta fecha, a las cuatro de la tarde Hawkins es avistado en la bahía de Atacames (a 38 kilómetros de la ciudad de Esmeraldas, Ecuador). Luego de tres días de combate, el 2 de julio el Dainty arría la bandera inglesa. Hawkins, malherido, se rinde a condición de que sean respetadas las vidas de sus hombres. Es conducido a Lima en calidad de cautivo. El 8 de diciembre Lima le da triunfal bienvenida al capitán general de la Armada, don Beltrán de Castro y de la Cueva.

Don Beltrán de Castro partió de nuevo del Callao y emprendió la persecución de los ingleses. Navegaba cerca de la costa, reconociendo todas las ensenadas y caletas, cuando en la tarde del 1 de julio, al doblar una puntilla, descubrió a la Dainty en la bahía de Atacames, en la provincia de Esmeraldas, del reino de Quito. Inmediatamente se trabó el combate, pero la noche vino a interrumpirlo después de las primeras descargas. Renovose en la mañana del día siguiente, 2 de julio, y se sostuvo casi todo el día. A pesar de que su inferioridad de fuerzas debía hacerles presumir que indefectiblemente habían de ser derrotados, los ingleses pelearon con el mayor heroísmo; y sólo en la tarde, cuando tenían muchos muertos y heridos, cuando su nave había sufrido grandes destrozos, y cuando toda resistencia parecía imposible, acordaron rendirse bajo la condición de ser tratados según las reglas de la guerra, es decir, con garantía para sus personas.
Queriendo reparar sus averías y curar sus heridos, don Beltrán de Castro mandó a sus naves hacer rumbo a Panamá, que era la ciudad de alguna importancia que tenía más cerca. Desde allí despachó, en 1 de agosto, sus comunicaciones al virrey del Perú, que debía hallarse en la mayor inquietud, sin saber el resultado de la campaña. Eran tan lentas y difíciles las comunicaciones marítimas en esa época, que se pasó todavía un mes y medio más antes que se supiese en Lima el triunfo de las armas españolas. “Llegaron a esta ciudad de los Reyes (las comunicaciones de don Beltrán) miércoles en la noche, a 14 de septiembre de este dicho año de 1594, que se celebraba la fiesta de la Cruz de que es su excelencia (el Virrey) devotísimo, dice una prolija y curiosa relación contemporánea. Y la misma hora fue al monasterio de San Agustín, donde visitó el santísimo sacramento y el crucifijo traído de Burgos, que está en una capilla de este convento, dando gracias por tan célebre e importante victoria; y por más regocijarla, anduvo por las calles, acompañado de sus criados y de otros muchos caballeros y vecinos que acudieron con sus hachas encendidas; y el viernes siguiente por la tarde, demás de las gracias que en cada parroquia y convento en particular se habían dado, se hizo una muy solemne y general procesión que salió de la catedral y fue a santo Domingo y a san Agustín, y el sábado se corrieron toros, y se van haciendo otras estas y regocijos” [Pedro Balaguer de Salcedo, Relación de lo sucedido...].
Estas se prolongaron en Lima muchos días más, y se repitieron con nuevo entusiasmo cuando llegaron los prisioneros tomados en el combate. En medio de la excitación y del júbilo producidos en el Perú por el triunfo, se habría querido condenar a muerte a todos los prisioneros con desprecio de la palabra empeñada por el jefe vencedor. Se habló de entregarlos a la inquisición para que, ya que no era posible ejecutarlos como piratas, los juzgase como herejes y los condenase a las llamas en un solemne auto de fe. El Virrey consultó sobre el particular a todas las corporaciones de Lima; pero mientras tanto, Hawkins había despertado una simpatía general. Contábanse los rasgos de la bondad con que había tratado a sus prisioneros, de la generosidad con que devolvía algunas de las presas y del espíritu caballeresco que lo distinguía en todos sus actos. El mismo marqués de Cañete, sea que quisiera cumplir los compromisos contraídos por don Beltrán de Castro, sea que obedeciese a sus propias inspiraciones, defendió a Hawkins contra los que pedían su muerte, y, aun, lo dejó vivir en Lima en completa libertad. Consultado el Rey sobre el particular, contestaba lo que sigue, en cédula de 17 de diciembre de 1595: “En cuanto al castigo del general inglés y los demás que se tomaron en el dicho navío, por haber entendido que es persona de calidad, lo que en esto ha parecido es que se haga justicia conforme a la calidad de las personas”. En virtud de esta decisión, Hawkins fue remitido, el año siguiente, a España, donde sufrió todavía una larga prisión  




30 de junio 1862: Comunica el contralmirante Ignacio Mariátegui el buen resultado que han tenido las pruebas del vapor Morona (gemelo del Pastaza) realizadas en el río Támesis. 






30 de junio 1933: Se incorporan a la Marina de Guerra los destructores Almirante Guise y Almirante Villar.

30 de junio 1933: Se organiza la División de Destroyers. 

30 de junio 1952: Por D. S. N° 27 se ratifica que las unidades de la Fuerza Fluvial del Amazonas quedan constituidas en dos Divisiones directamente subordinadas al comandante general de la Fuerza Fluvial.

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