miércoles, 22 de febrero de 2017

Editorial


Inauguramos este Boletín informativo para divulgar la historia del Perú vinculada al Mar, Gran Personaje, el Océano Pacífico Suroriental, y  los acontecimientos relacionados con el Poder Marítimo. El Perú tiene vocación marítima, es un país marítimo por mandato de la geografía, de la razón y de la historia. Desde tiempos prehistóricos los hombres que vivieron sobre esta tierra se vincularon, en una u otra forma, con el mar.
Nuestro destino está forjado bajo el influjo de esta colosal presencia que nos conecta con el mundo y nos integra y hermana con todos los pueblos de nuestro continente.
Nuestra identidad nacional se cimienta en la conciencia marítima, con una concepción de nación en la que el dominio marítimo es elemento fundamental.
Desde este espacio, el Instituto, en cumplimiento de sus fines, divulga  los eventos referidos  al mar, ríos y lagos del Perú, la Historia Naval y el Poder Marítimo.  Trae a la memoria los personajes que se distinguieron en las actividades marítimas, fluviales, y lacustres. Así también, motiva y estimula la conciencia marítima y el conocimiento de sus intereses marítimos sobre su mar territorial, incluyendo los de carácter estratégico y científico.


Aceptamos colaboraciones de personas interesadas en el tema.

Raul Parra Maza
Director




El Boletín Marítimo, solo publica información de fuente abierta y de exclusiva responsabilidad del autor, con salvaguarda de sus créditos. Cualquier opinión no refleja necesariamente el punto de vista del Instituto de Estudios Histórico-Marítimos del Perú.

Historia Marítima del Perú. Tercera Parte

El Instituto de Estudios Histórico - Marítimos del Perú inaugura la Tercera Parte de la Historia Marítima del Perú, que comprende el periodo de 1919 a 1980, en diez volúmenes. Pone ahora a consideración de la comunidad académica y el público en general el primer volumen de esta Tercera Parte: Tomo XIV, v. 1.



Raúl Palacios Rodríguez
Historia Marítima del Perú: La República 1919 a 1930
Lima, Instituto de Estudios Histórico-Marítimos del Perú, 2015.
1034 p.  ilus., mapas, retratos

El año 1919, el Perú, un país devastado por la Guerra del Pacífico a fines de siglo,  había estado destinado a vivir una larga penuria, con la ardua tarea de reconstruir  un país en ruinas, perdidas las bases de su otrora fuente de riqueza: el guano y el salitre, ya en 1890 se vislumbraba  una evidente recuperación económica y una intención de modernizar el país.
Al revisar la historia de nuestro país se asume con un nuevo  concepto: su , inclusión dentro  de la historia mundial, en cuanto aplicado a la generación de la humanidad comprendida entre 1914 y 1968, con  un sentido mucho más preciso que el que se aplica  a las generaciones anteriores. La historia reciente ahora es la expansión del poderío e influencia europeos por todo el mundo y sus  diversas consecuencias: en el mundo de ahora  todo acontecimiento crítico en cualquier sitio es también de  importancia  para los otros países del globo. La historia nacional y la local se hallan sutil e intrincadamente vinculadas y entretejidas, y el estudio de la una ilumina, por lo general el de la otra.
“Al historiador le incumbe examinar la transformación de las condiciones materiales debida a los desarrollos en la ciencia y en la tecnología, en la organización económica y social y en el comercio y las inversiones internacionales.  Debe intentar describir y analizar semejantes transformaciones  de manera que ponga en relieve su significación mundial y las relaciones que guardan respecto a los cambios políticos y culturales.  Las técnicas y la organización de la ciencia moderna de la guerra deben encontrar  un sitio en el análisis, puesto que el periodo  incluye dos conflictos armados mundiales.” 
Movimientos como el nacionalismo y el socialismo, originados mucho antes de 1914, se han extendido a otras partes de la tierra, a partir de ese año.  En diversidad de formas el comunismo y el fascismo han invadido a Europa y han penetrado en partes de Asia, África y América.  Los ideales de la seguridad social, de la democracia económica y del Estado benefactor se han convertido en conceptos que revisten alcance universal

El escenario mundial de 1919. Alemania, en plena revolución, solicitó un armisticio el 11 de noviembre de 1918, poniendo fin a la guerra con la victoria aliada. La quinta conflagración  conflicto más mortífera sufrida por la Humanidad había concluido. La convulsión que provocó la guerra, dejó un terreno propicio para emprender  grandes cambios políticos, revoluciones, de tal trascendencia que dieron un nuevo rumbo al mundo.  La revolución Rusa concluyó con la creación del primer Estado autodenominado socialista de la historia. El Reino Unido que has la entrada al nuevo siglo dominaba el mundo tecnológico, financiero, económico y sobre todo político, con Alemania y Estados Unidos a la zaga, disputándole  el predominio industrial y comercial.

Como consecuencia de la guerra se produce  un  proceso de descolonización que lleva a un primer declive de la influencia de Europa en las colonias y una expansión de Estados Unidos, el mayor beneficiado de la guerra junto con Japón, ambos ocuparían ahora un lugar destacado en la escena internacional.
Gran Bretaña, que durante la contienda  había sido, respecto de la financiación exterior de los gastos que esta demandaba, el banquero de sus aliados debido a su posición privilegiada de gran Imperio. A medida que avanzó el conflicto, encontró cada vez más dificultades para desempeñar ese papel, por lo que empezó a recibir dinero de Estados Unidos, que pasa a ser el gran acreedor, adquiriendo   peso como potencia mundial.
Por la guerra, el resto del mundo se favoreció  porque creció la demanda bélica. Países como los de América Latina, situados fuera del escenario principal de los acontecimientos,  vieron abierto su mercado de exportación de materias primas. La guerra el principal  factor de su expansión económica. Se abrieron perspectivas de exportación para cubrir la demanda de las empresas dedicadas a nuevas industrias que proveían bienes y servicios al ejército. En todo caso, se trataba de una demanda  distorsionada que permitía vender a precios altos, alimentos, materias primas, y productos industriales. Estados Unidos,  el único país industrializado fuera de Europa, abastecía la demanda de los que peleaban, y su mercado de materias primas era América Latina. La guerra favoreció  la expansión de la exportación de materias primas y alimentos, la base de su participación en el mercado mundial. Por otro lado, el vacío generado por el retiro de capitales británicos en la región, permitió el posicionamiento de capitales privados estadounidenses.

Esperanza Navarro Pantac