Colaboración del C. de N. Edgardo Loret de Mola
Responsable de la edición: Rosario Yika Uribe
Fuente: Cinco
siglos del destino marítimo del Perú, de Esperanza Navarro Pantac:
Instituto de Estudios Histórico-Marítimos del Perú, 2016
Efemérides Navales de Hoy 13 noviembre
13 de noviembre 1818: Proclama del capitán general don José de San Martín a los limeños y habitantes de todo el Perú. Anuncia que el momento de su emancipación política ha llegado.
13 de noviembre 1844: Nace el teniente primero Diego Ferré Sosa, en el departamento de Lambayeque.
Diego Ferré Sosa (Tomado de El Peruano, artículo de Domingo Tamariz Lúcar del 8 de octubre del 2017)
Fue el ayudante de Miguel Grau, el oficial que estuvo cerca del egregio marino durante toda la insólita campaña del Huáscar y, finalmente, en el Combate de Angamos, encuentro en el que, en un día como hoy –8 de octubre–, una granada enemiga impactó en la torre, mató al almirante Grau y dejó moribundo al teniente primero Diego Ferré, su valeroso ayudante. Juntos pasaron a la gloria eterna.
Diego Ferré Sosa (Tomado de El Peruano, artículo de Domingo Tamariz Lúcar del 8 de octubre del 2017)
Fue el ayudante de Miguel Grau, el oficial que estuvo cerca del egregio marino durante toda la insólita campaña del Huáscar y, finalmente, en el Combate de Angamos, encuentro en el que, en un día como hoy –8 de octubre–, una granada enemiga impactó en la torre, mató al almirante Grau y dejó moribundo al teniente primero Diego Ferré, su valeroso ayudante. Juntos pasaron a la gloria eterna.
Diego Ferré Sosa nació el 13 de noviembre de 1844, en el distrito de Reque, sin que los padres lo previeran. Sucedió que el día anterior, sus progenitores, Eusebio Ferré y doña María Mercedes Sosa, quienes residían en el pueblo vecino de Monsefú, habían ido a Reque a visitar a unos familiares y se les hizo tarde el regreso a casa. Fue en esas circunstancias que doña María Mercedes dió a Luz a Diego, de ahí que la infancia del futuro marino transcurriera en Monsefú, donde su padre fue alcalde tres veces. Diego estudió la instrucción primaria en la Escuela Nacional de Lambayeque y la secundaria en el Colegio de Nuestra Señora de Guadalupe de Lima (1859-1864). Al año siguiente fue inscrito en el Colegio Naval Militar. Su vocación de marino comenzaba hacerse realidad. A fines de ese año rindió examen ante un jurado presidido por el ministro de Guerra y Marina, José Gálvez Egúsquiza, quien impresionado por su soltura y conocimientos, le ofreció al término de su actuación los despachos de guardiamarina. El ministro Gálvez, futuro héroe del Combate del 2 de Mayo, fiel a su palabra, el 14 de enero de 1866 le otorgó el grado de guardiamarina, y lo destinó a la corbeta América recién llegada al Callao para hacer frente a la Escuadra Española en el sur del país. Eran los días en que la Escuadra Española del Pacífico se abría a nudo desafiante en mares sudamericanos con el avieso propósito de imponer nuevamente su soberanía en nuestros países. A bordo de la corbeta América, el joven Ferré tuvo su bautismo de fuego. Fue en el sur, en el Combate de Abtao, donde tres naves peruanas, junto con la Covadonga chilena –unidas en virtud de una alianza–, humillaron a la escuadra ibérica, el 17 de febrero de 1866. Su actuación en ese encuentro le valió su ascenso a teniente segundo. Ferré sirvió en la victoriosa fragata América hasta que esta naufragó en el devastador maremoto de Arica, ocurrido el 13 de agosto 1868.
Luego formó parte de una comisión para traer de Estados Unidos de América los monitores Manco Cápac y Atahualpa. A bordo del primero hizo un largo y penoso viaje que tuvo visos de odisea. Realizó la travesía desde Nueva Orleans –principal puerto del río Mississipi– al Callao, a través del Estrecho de Magallanes. Ni bien retornó a la patria, Ferré fue ascendido a teniente segundo. Transcurría el 19 de marzo de 1870. Pasó luego a la dotación del vapor Tumbes, posteriormente a la del monitor Huáscar, en el que se embarcó por primera vez el 8 de diciembre de 1871 y en el cual años después se cubriría de gloria. A continuación sirvió en la fragata Independencia y otras unidades. Promovido a la clase de teniente primero fue nuevamente destinado al Huáscar. Se hallaba en el histórico monitor cuando estalló la Guerra del Pacifico.
El comandante Miguel Grau, que solo contemporizaba con el mérito, distinguió a Ferré haciéndolo su ayudante. Y en esa responsabilidad, hizo la campaña naval de 1879 en el Huáscar, el glorioso monitor que durante seis meses después de declarada la guerra puso en jaque a la poderosa Armada chilena. Ferré participó en la ruptura del bloqueo de Iquique, bombardeo de Antofagasta, captura del transporte Rímac y en todas las hazañas que realizó el Huáscar hasta el 8 de octubre de 1879, día del Combate de Angamos, en el que Ferré se comportó con gran denuedo y arrojo. Como ayudante del comandante Grau, estuvo a su lado durante la acción. En cumplimiento de una orden suya, en pleno ataque chileno, logró izar el pabellón peruano, que minutos antes había sido arriada por el fuego enemigo.
En el Combate de Angamos, una granada lanzada desde el Cochrane impactó en la torre del comandante del Huáscar y segó la vida del almirante y de su leal y valeroso ayudante. Pensar que Ferré solo contaba con 35 años. “Ferré no era una notabilidad como marino –apuntan sus biógrafos–, pero era un oficial de honor, con los conocimientos suficientes para representar al cuerpo del que formó parte ante cualquier marina del mundo”.
Sus restos descansan en la Cripta de los Héroes del Cementerio Presbítero Maestro.
13 de noviembre 1888: Por decreto supremo el mariscal Cáceres ordena la reapertura de la Escuela Náutica de Paita.
13 de noviembre 1912: Esta mañana el sumergible Ferré, a cuyo bordo se halla el ministro de Guerra general Enrique Varela, realiza su primera inmersión oficial en el Callao, con prácticas de ejercicios en la rada exterior, evolucionando bajo el agua y a distintas profundidades durante una hora y media.
13 de noviembre 1958: Por Resolución No 31 se oficializa la presencia del Museo Naval del Perú en la Marina de Guerra del Perú.
13 de noviembre 1963: William Willis, capitán norteamericano, supera todas las travesías anteriores entre el Perú y Oceanía, después de 128 días en el mar, llega a su destino en Australia.
13 de noviembre del 2002: Fallece el capitán de fragata Luis Felipe Villena Gutiérrez, quien, junto con el contralmirante Federico Salmón de la Jara, concibió el proyecto de la Historia Marítima del Perú, de la cual es gestor. Con un selecto grupo de oficiales de Marina e historiadores nacionales, fundaron el año 1963 la Comisión para Escribir la Historia Marítima del Perú. Fue Secretario Ejecutivo de la misma y permanente promotor y difusor de la obra. Al crearse el Instituto de Estudios Histórico-Marí timos, el 17 de octubre de 1973, continuó, desde su cargo de Secretario Ejecutivo, desarrollando la tarea de impulsar la Historia Marítima del Perú.
Capitán de Fragata Luis Felipe Villena Gutiérrez (artículo del Contralmirante Federico Salmón de La Jara, publicado en la Revista de Marina de Abril 2003)
Era setiembre de 1948. La Escuela de Submarinos, entonces en la hábil dirección de un experimentado comandante, el capitán de corbeta Miguel Rotalde de Romaña, había dado término a su IX curso de instrucción. Los integrantes de aquella promoción, constituida por cinco jóvenes alféreces de fragata imbuidos en el tradicional de esa arma, que significaba un tentador reto para muchos de los nuevos oficiales que egresaban de la Escuela Naval, fueron destacados a nuestros inolvidables submarinos Tipo "R", donde pasarían largos años de su carrera en el mar. Un año después, como comandante de la División de Submarinos, conocí a ese excepcional ser humano, católico virtuoso, destacado profesional y trabajador incansable en el servicio y defensor sin límites de todas las causas nobles, que fue Luis Felipe Villena Gutiérrez. Durante tres años, fueron muchas las oportunidades que tuve para conocerlo y apreciar sus cualidades. Sobre el puente del submarino, tuve ocasión de apreciarlo en todo su valor. En la Cámara de Oficiales o en el comedor, el teniente Villena mostraba, invariablemente, su joven optimismo y el cariño por la Marina, sus tradiciones y valores. Era, además, el primero en vestir la ropa sport para las clásicas prácticas de fulbito.
En abril de 1950, la División de Submarinos zarpó a la costa noreste de los Estados Unidos de Norteamérica para cumplir una trascendental misión. Después de treinta años de construidos, los nobles "R" volvían al lugar de su nacimiento: los astilleros de Electric Boat Company, en Groton, Conn. Luis Felipe era el oficial de administración de la División y, en tal condición, desempeñó, durante ocho largos meses, las delicadas labores de llevar las cuentas y administrar los fondos para la adquisición de nuevos equipos, haberes, gratificaciones y habitabilidad para oficiales y dotaciones. No puedo olvidar su escrupulosa dedicación al trabajo, su honestidad sin límites, empeño que no era óbice para su puntual asistencia a los trabajos y a las clases en la Escuela de Submarinos de New London. Una noche, pasadas ya las tres de la madrugada, se apareció en mi habitación de la residencia de oficiales para pedirme firmar nuevamente la cuenta mensual, por haber detectado una diferencia de un dólar y veinte céntimos (U.S. $ 1.20) en los documentos que mensualmente remitíamos a la Dirección General de Economía.
En abril de 1950, la División de Submarinos zarpó a la costa noreste de los Estados Unidos de Norteamérica para cumplir una trascendental misión. Después de treinta años de construidos, los nobles "R" volvían al lugar de su nacimiento: los astilleros de Electric Boat Company, en Groton, Conn. Luis Felipe era el oficial de administración de la División y, en tal condición, desempeñó, durante ocho largos meses, las delicadas labores de llevar las cuentas y administrar los fondos para la adquisición de nuevos equipos, haberes, gratificaciones y habitabilidad para oficiales y dotaciones. No puedo olvidar su escrupulosa dedicación al trabajo, su honestidad sin límites, empeño que no era óbice para su puntual asistencia a los trabajos y a las clases en la Escuela de Submarinos de New London. Una noche, pasadas ya las tres de la madrugada, se apareció en mi habitación de la residencia de oficiales para pedirme firmar nuevamente la cuenta mensual, por haber detectado una diferencia de un dólar y veinte céntimos (U.S. $ 1.20) en los documentos que mensualmente remitíamos a la Dirección General de Economía.
Una vez más, el destino nos unió durante varios ejercicios en la Directiva del Centro Naval. Esta vez, para concretar un caro sueño: la Historia Marítima del Perú. En setiembre de 1963, precisamente el 24, el Libro de Actas consigna el inicio de esta trascendental obra, acordada por la Junta Directiva y redactada por el presidente de la Comisión Cultural, el capitán de fragata Luis Felipe Villena Gutiérrez, en la que se le nombraba Coordinador General de la "Comisión para Escribir la Historia Marítima del Perú". Se dio inicio, al día siguiente –y no podía ser de otro modo, tratándose del espíritu del comandante Villena–, a una obra que lleva ya cuarenta años en los que, reunidos los más brillantes investigadores, científicos e historiadores, están cumpliendo una tarea, quizás inédita en nuestra patria, como es escribir la historia marítima del Perú, ejemplar labor conjunta de destacados almirantes, oficiales de Marina y civiles que hoy integran el Instituto de Estudios-Histórico Marítimos del Perú.
Como en toda gran obra, han sido muchas las vivencias, experiencias y obstáculos que al principio tuvimos que superar. Vienen a mi memoria los diferentes locales donde la "Historia Marítima del Perú" fue forjándose. En los primeros años, una pequeña habitación del viejo local del Centro Naval del Callao (1963-1969) fue el escenario del común esfuerzo. Dos muchachos, muy jóvenes aún, que empezaban su destino en la vida, fueron nuestros fieles acompañantes: Víctor Félix Tipiana Cornejo y Ángel Julio Alva Flores, quienes se constituyeron como los primeros bogas de una embarcación que recorrería miles de millas y varios siglos de nuestra historia del mar.
Meses después y por corto tiempo, cumplió la misma misión una antigua oficina del antiguo ex – Ministerio de Marina, en la avenida Nicolás de Piérola (La Colmena, 1970 – julio 1972). La cuadra siete de la avenida Nicolás de Araníbar sería después la sede (1972 – mayo 1988). Por sus versallescas escaleras de mármol, transitaron ilustres peruanos, como José Luis Bustamante y Rivero y Jorge Basadre, quienes enaltecieron con su presencia la vieja casona que es parte de la Historia, pues, desde 1930, a la caída del presidente Leguía, fue dada en uso a la Marina de Guerra, como local del Consejo de Justicia Naval.
Durante los dieciséis años que allí funcionara la Comisión –convertida ya en Instituto de Estudios Histórico Marítimos del Perú por D.S. 015-73-MA, de 17 de octubre de 1973–, destacados historiadores fueron incorporados como miembros de número en el ambiente muy limeño de esa vieja calle. En esa casa, Luis Felipe trabajó incansablemente, a veces hasta altas horas de la noche, con lo que dio ejemplo de constancia, fe y devoción por una misión que, al principio, parecía difícil de cumplir.
Han transcurrido los años, se han sucedido muchos acontecimientos en nuestra historia, y la obra que impulsara Luis Felipe Villena continúa, sin límite de tiempo, su ruta hasta un puerto que no tiene final.
Los avatares de la vida nos llevan, a veces, a conocer y admirar en forma especial a determinados camaradas de nuestra profesión. El capitán de fragata Luis Felipe Villena Gutiérrez ha sido, por designio de Dios, uno de aquellos oficiales con los que tuve el honor de trabajar codo a codo y, así, conocer sus excepcionales virtudes como persona, marino, católico, ejemplar jefe de familia y hombre presente en la defensa de toda causa buena: un peruano total.
Como en toda gran obra, han sido muchas las vivencias, experiencias y obstáculos que al principio tuvimos que superar. Vienen a mi memoria los diferentes locales donde la "Historia Marítima del Perú" fue forjándose. En los primeros años, una pequeña habitación del viejo local del Centro Naval del Callao (1963-1969) fue el escenario del común esfuerzo. Dos muchachos, muy jóvenes aún, que empezaban su destino en la vida, fueron nuestros fieles acompañantes: Víctor Félix Tipiana Cornejo y Ángel Julio Alva Flores, quienes se constituyeron como los primeros bogas de una embarcación que recorrería miles de millas y varios siglos de nuestra historia del mar.
Meses después y por corto tiempo, cumplió la misma misión una antigua oficina del antiguo ex – Ministerio de Marina, en la avenida Nicolás de Piérola (La Colmena, 1970 – julio 1972). La cuadra siete de la avenida Nicolás de Araníbar sería después la sede (1972 – mayo 1988). Por sus versallescas escaleras de mármol, transitaron ilustres peruanos, como José Luis Bustamante y Rivero y Jorge Basadre, quienes enaltecieron con su presencia la vieja casona que es parte de la Historia, pues, desde 1930, a la caída del presidente Leguía, fue dada en uso a la Marina de Guerra, como local del Consejo de Justicia Naval.
Durante los dieciséis años que allí funcionara la Comisión –convertida ya en Instituto de Estudios Histórico Marítimos del Perú por D.S. 015-73-MA, de 17 de octubre de 1973–, destacados historiadores
Han transcurrido los años, se han sucedido muchos acontecimientos en nuestra historia, y la obra que impulsara Luis Felipe Villena continúa, sin límite de tiempo, su ruta hasta un puerto que no tiene final.
Los avatares de la vida nos llevan, a veces, a conocer y admirar en forma especial a determinados camaradas de nuestra profesión. El capitán de fragata Luis Felipe Villena Gutiérrez ha sido, por designio de Dios, uno de aquellos oficiales con los que tuve el honor de trabajar codo a codo y, así, conocer sus excepcionales virtudes como persona, marino, católico, ejemplar jefe de familia y hombre presente en la defensa de toda causa buena: un peruano total.
El Comandante Villena(a la izquierda) tuvo una notable participación en el Instituto de Estudios Histórico - Marítimos del Perú.
Entre 1991 y 1995, fue presidente de la Asociación de Ex – Cadetes Navales del Perú. Con el mismo entusiasmo, tenacidad y fe que caracterizaban todos sus actos, trabajó por el engrandecimiento y difusión de esta institución. Fue el iniciador y constante impulsor del "Día del Recuerdo", fecha en que se revive el paso por la Escuela Naval. Y allí, en su "Alma Mater", perduran aún la voz y la imagen de Luis Felipe, su enorme y contagiante emoción, al entonar muy fuerte las "barras navales".
Entre 1967 y 1972, en los que me tocara el honor de presidir el directorio de la Compañía Peruana de Vapores, el destino volvió a unirnos, esta vez, en la ardua tarea de llevar adelante la reorganización de esa empresa estatal. Villena aplicó sus energías a la organización, superación profesional y disciplina de los trabajadores. Su presencia, como jefe del departamento de personal, fue una garantía de acción siempre constructiva, siempre bien intencionada. Una vez más, se ponían en evidencia ese inagotable afán por el trabajo, la moral y el cumplimiento del deber de un líder nato. Gracias a Luis Felipe, la Compañía Peruana de Vapores renació y ocupó el lugar que nunca debió perder.
La empresa Técnica Naviera y Portuaria (TECNAPO), la Dirección General de Transporte Acuático del Ministerio de Transportes y Comunicaciones, la Dirección Nacional del SENATI (Servicio Nacional Técnica Industrial), la dirección de OPAMAR (Operaciones Marítimas) y la presidencia de la Asociación Marítima del Perú fueron escenarios de su incansable dedicación al trabajo y su vocación por el desarrollo del Perú, con especial cariño por las actividades relacionadas con el mar, su conocimiento y su explotación en beneficio del país. En ese mismo sentido, fue también colaborador permanente del diario El Comercio y la Revista de Marina.
Estando en la Dirección de Transporte Acuático, soñador y pionero, supo anticiparse a la situación de preeminencia que, una década más tarde, ocuparían los países de la Cuenca del Pacífico; con gran intuición, aquilató el valor de una marina mercante en un país marítimo y costero como el nuestro, y concibió el proyecto de crear una escuela de marina mercante. Con tenaz empeño, persiguió su concreción, hasta que, en diciembre de 1970, por D.L. 18711, se creó la Escuela Nacional de Marina Mercante "Miguel Grau", como Organismo Público Descentralizado del Sector Transportes y Comunicaciones. Sus actividades se iniciaron el 1o de enero de 1971; y sus labores docentes, el 5 de julio del mismo año.
Entre 1967 y 1972, en los que me tocara el honor de presidir el directorio de la Compañía Peruana de Vapores, el destino volvió a unirnos, esta vez, en la ardua tarea de llevar adelante la reorganización de esa empresa estatal. Villena aplicó sus energías a la organización, superación profesional y disciplina de los trabajadores. Su presencia, como jefe del departamento de personal, fue una garantía de acción siempre constructiva, siempre bien intencionada. Una vez más, se ponían en evidencia ese inagotable afán por el trabajo, la moral y el cumplimiento del deber de un líder nato. Gracias a Luis Felipe, la Compañía Peruana de Vapores renació y ocupó el lugar que nunca debió perder.
La empresa Técnica Naviera y Portuaria (TECNAPO), la Dirección General de Transporte Acuático del Ministerio de Transportes y Comunicaciones, la Dirección Nacional del SENATI (Servicio Nacional Técnica Industrial), la dirección de OPAMAR (Operaciones Marítimas) y la presidencia de la Asociación Marítima del Perú fueron escenarios de su incansable dedicación al trabajo y su vocación por el desarrollo del Perú, con especial cariño por las actividades relacionadas con el mar, su conocimiento y su explotación en beneficio del país. En ese mismo sentido, fue también colaborador permanente del diario El Comercio y la Revista de Marina.
Estando en la Dirección de Transporte Acuático, soñador y pionero, supo anticiparse a la situación de preeminencia que, una década más tarde, ocuparían los países de la Cuenca del Pacífico; con gran intuición, aquilató el valor de una marina mercante en un país marítimo y costero como el nuestro, y concibió el proyecto de crear una escuela de marina mercante. Con tenaz empeño, persiguió su concreción, hasta que, en diciembre de 1970, por D.L. 18711, se creó la Escuela Nacional de Marina Mercante "Miguel Grau", como Organismo Público Descentralizado del Sector Transportes y Comunicaciones. Sus actividades se iniciaron el 1o de enero de 1971; y sus labores docentes, el 5 de julio del mismo año.
Luis Felipe Villena alcanzó la meta que todo oficial de marina anhela cuando fue nombrado Comandante del B.A.P. Angamos. Era marzo de 1962; después de catorce años de servicio en el arma, lograba, con todo derecho, tan trascendente posición. Sin embargo, cinco meses después, el comandante del moderno submarino al que había dedicado todo su empeño profesional –teniendo en cuenta que el comando de una nave, en este caso un submarino, es la cúspide del liderazgo de todo buen oficial–, al presentarse una crisis política en el Perú, elevó su renuncia al cargo y pidió su pase a la situación de retiro, por no estar de acuerdo con la posición tomada por el alto mando. Se imponía un gobierno de facto que el comandante Villena, abanderado defensor de la Constitución, se negó a aceptar. Extraordinaria fue la actitud contenida en su drástica decisión de ir en defensa de sus más altos ideales, lo cual define la personalidad de este oficial de Marina ejemplar. Luis Felipe, fueron muchos los que tuvieron el privilegio de conocerte y admirar tus cualidades. Quiso el destino que juntos, tú y yo, transitáramos por los mismos caminos, y ello me da la facultad de decirte cuánto te admiramos y cuánto extrañaremos tu presencia en las horas que nos quede por vivir. Desde arriba, muy alto, seguirás viviendo con nosotros y el recuerdo de tu limpia imagen será ejemplo para las futuras generaciones.
13 de noviembre 2012: El equipo naval, a cargo de la Escuela de Grumetes de la Segunda Zona Naval, gana las medallas de oro, plata y bronce en el Campeonato de Cross Country organizado por la Federación Deportiva Militar para el personal que realiza su Servicio Militar Voluntario.
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