Colaboración del C. de N. Edgardo Loret de Mola
Responsable de la edición: Rosario Yika Uribe
Fuente: Cinco
siglos del destino marítimo del Perú, de Esperanza Navarro Pantac:
Instituto de Estudios Histórico-Marítimos del Perú, 2016
Efemérides Navales de Hoy 19 de Noviembre
19 de noviembre 1546: Pedro Alonso de Hinojosa rinde en secreto ante La Gasca la armada de Gonzalo Pizarro.
19 de noviembre 1567: Zarpa del Callao la expedición de Álvaro de Mendaña, con las naos Los Reyes (capitana) y Todos los Santos (almiranta), que va a descubrir en febrero de 1568 las Islas Salomón en el océano Pacífico. El virrey Lope García de Castro apoya la empresa.
19 de noviembre 1567: Zarpa del Callao la expedición de Álvaro de Mendaña, con las naos Los Reyes (capitana) y Todos los Santos (almiranta), que va a descubrir en febrero de 1568 las Islas Salomón en el océano Pacífico. El virrey Lope García de Castro apoya la empresa.
ALVARO DE MENDAÑA Y EL DESCUBRIMIENTO DE LAS ISLAS SALOMÓN
Publicado el 24 julio, 2016 por Javier Martínez Álvarez
Una brisa salada acariciaba el rostro barbado y serio del líder de la expedición. Después de semanas navegando hacia la Terra Australis Incognita, la fatiga y desaliento cundía en las dos naves. Los marineros, hombres experimentados y audaces listos para la aventura que un tiempo antes no dudaron en embarcarse en esa locura, ahora se encontraban con dudas con respecto a sus capitanes, con miedo al inmenso Océano y con la resignación de una muerte cercana.
De forma repentina, un grito se oyó por decenas de metros a la redonda. La tripulación, incrédula, se miraba entre sí sin dar crédito a lo que oían. En el rostro anteriormente serio del Adelantado se empezó a dibujar una sonrisa condescendiente mientras en la cubierta del barco gritos de alegría y sinceras carcajadas de felicidad se contagiaban con inusitada rapidez. Acababan de avistar tierra y sus nombres pasarían a la historia.
De forma repentina, un grito se oyó por decenas de metros a la redonda. La tripulación, incrédula, se miraba entre sí sin dar crédito a lo que oían. En el rostro anteriormente serio del Adelantado se empezó a dibujar una sonrisa condescendiente mientras en la cubierta del barco gritos de alegría y sinceras carcajadas de felicidad se contagiaban con inusitada rapidez. Acababan de avistar tierra y sus nombres pasarían a la historia.
En el año 1541 nacía en el pueblo de Congosto un niño que se conoció en la posteridad como Álvaro de Mendaña. Era hijo de Fernán Rodríguez de Mendaña, descendiente de los Barrios y de Ysabel de Neira, de Villanueva de Valdueza y hermana del futuro gobernador del Virreinato del Perú, Lope García de Castro. El apellido Neira llevó a los primeros investigadores sobre Álvaro de Mendaña a afirmar que su nacimiento se produjo en Galicia, algo totalmente errado y que se refutó con abundante documentación que certifica su procedencia berciana.
Durante 21 años se crio en el Bierzo, en las fincas y posesiones de su familia, hasta que llegado el momento llegó el turno de hacer las Américas. Puso rumbo al Virreinato del Perú, adonde su tío se dirigía para entrar en posesión de su cargo como Presidente de la Real Audiencia de Lima y gobernar la región sin ser Virrey formalmente. Allí manifestó un gran interés en la marinería, donde se formó adecuadamente gracias a la influencia de su tío y lo prepararon para las tareas que le encomendarían luego.
Una de las leyendas más conocidas en esa época era la de las minas del Rey Salomón, unas minas de oro míticas, mencionadas en la Biblia, que se hallaban en la misteriosa tierra de Ofir y que estaban llenas de grandes riquezas. Esta leyenda llevó a los españoles a creer en un rumor muy extendido entre los indígenas sobre unas islas situadas al oeste de América y en las que el oro prácticamente las cubría. Una leyenda similar a la del Dorado, pero que en este caso identificaron con las minas del Rey Salomón. Junto con esta leyenda se incluía la de la Terra Australis Incognita, que se trataba de un continente mítico al sur del globo que aparecía en muchos de los mapas de la época y que se creía que servía de contrapeso de las tierras del norte.
Una de las leyendas más conocidas en esa época era la de las minas del Rey Salomón, unas minas de oro míticas, mencionadas en la Biblia, que se hallaban en la misteriosa tierra de Ofir y que estaban llenas de grandes riquezas. Esta leyenda llevó a los españoles a creer en un rumor muy extendido entre los indígenas sobre unas islas situadas al oeste de América y en las que el oro prácticamente las cubría. Una leyenda similar a la del Dorado, pero que en este caso identificaron con las minas del Rey Salomón. Junto con esta leyenda se incluía la de la Terra Australis Incognita, que se trataba de un continente mítico al sur del globo que aparecía en muchos de los mapas de la época y que se creía que servía de contrapeso de las tierras del norte.
Alimentados de una mezcla de fanatismo religioso, codicia por el preciado metal e interés por lo desconocido, en el Virreinato del Perú se comenzó a organizar una expedición para buscar esas islas. Como se dijo anteriormente, Lope García de Castro era el Virrey a todos los efectos excepto en el nombre y en un ejercicio de nepotismo, eligió a su sobrino para dirigir la expedición. Esta elección sentaría realmente mal a Pedro Sarmiento de Gamboa, gran prohombre español de la época y que se consideraba como el que más méritos tenía para dirigir la expedición.
El 20 de noviembre del año 1567, partían del puerto del Callao dos Naos de 200 y 140 toneladas con 160 hombres a bordo que partían rumbo a lo desconocido. La Nao capitana se llamaba Los Reyes y la Nao almiranta era la Todos los Santos. Para la ruta a seguir se presentaron dos propuestas diferentes, una preparada por Pedro Sarmiento de Gamboa y otra por Hernán Gallego, que fue la finalmente elegida por Álvaro de Mendaña. De haber elegido la otra ruta, hoy estaría escribiendo sobre el descubrimiento de Australia y no de las Islas Salomón. El día 10 de enero de 1568, la expedición se encuentra con una pequeña isla, probablemente la actual Nui, en Tuvalu, la que según el explorador era: "Pequeña y poblada por gente amulatada"
Continuando con su travesía y 80 días después de haber iniciado el viaje, el vigía de la Nao capitana gritó tierra a la vista; acababan de llegar a la isla de Santa Isabel. En la costa divisaron indígenas desconfiados con los cuales intentaron contactar. Para ello se valieron de canciones y música y así demostrar que no tenían intención de hacerles algún daño. Esta artimaña tuvo éxito y consiguieron desembarcar. Asentados en Santa Isabel, se empieza a confraternizar con el jefe local y su tribu, descubriendo así la existencia de pepitas de oro y perlas. Se ordena la construcción de un bergantín para explorar los alrededores y se manda a dos grupos al interior de la isla. Uno de los grupos se encuentra con oposición, produciéndose el primer muerto español; por el contrario, el otro grupo sube a lo alto de una sierra comprobando que el lugar en el que se encuentran es una isla y no un continente.
Continuando con su travesía y 80 días después de haber iniciado el viaje, el vigía de la Nao capitana gritó tierra a la vista; acababan de llegar a la isla de Santa Isabel. En la costa divisaron indígenas desconfiados con los cuales intentaron contactar. Para ello se valieron de canciones y música y así demostrar que no tenían intención de hacerles algún daño. Esta artimaña tuvo éxito y consiguieron desembarcar.
Una vez terminado de construir el bergantín, éste parte durante un mes en el cual se encuentran con una isla cuyo volcán está en erupción; en otra conocen indígenas caníbales; descubren islotes pequeños y grandes y sobre todo avistan una isla de grandes proporciones y gran resistencia de sus habitantes. Dicha isla es descubierta por Pedro de Ortega, natural del pueblo sevillano de Guadalcanal y que a partir de ese momento dará nombre a esa nueva tierra. Esta isla es muy conocida debido a la terrible batalla acontecida durante la Segunda Guerra Mundial. Después de partir de Guadalcanal, siguen explorando un poco más, realizando algunos nuevos descubrimientos y llegando casi a Nueva Guinea donde finalmente deciden retornar y volver a Santa Isabel.
A su vuelta y después de contar sus hallazgos, toda la flota se dirige a Guadalcanal, llegando allí el 8 de mayo. Ese mismo día, Álvaro de Mendaña bautiza la zona como las Islas Salomón. Nada más llegar comienzan los primeros enfrentamientos. Durante la exploración en Guadalcanal, las rencillas con las tribus serán constantes y las escenas más macabras se sucederán. Durante la búsqueda de víveres, la exploración del interior y en toda suerte de situaciones, la muerte perseguirá a los españoles, siendo comidos en ocasiones por los indígenas. También serán mutilados y despiezados. Como ejemplo, Álvaro de Mendaña habla varias veces de como a sus hombres: "Les cortaron en pedazos y les abrieron los cráneos”. O también como: "Se les encontró sin dientes, con los cráneos partidos y evidencias de que les faltaban sus sesos, y a muchos les cortaron sus lenguas.” Evidentemente, los españoles no eran inocentes y muy de seguro hicieron sus fechorías más de una vez, pero por desgracia solo tenemos una parte de la historia. Cuando terminaron de explorar Guadalcanal en el mes de agosto, partieron rumbo a casa por fin, descubriendo por el camino la isla de San Cristóbal, en la cual cogieron a indígenas que se llevaron a las Indias para mostrárselos a las autoridades.
El camino fue tortuoso y lento. El escorbuto, la sed y el hambre mataron a muchos marineros. En un momento del trayecto ambas naves se separaron e incluso una de ellas perdió el palo mayor. Finalmente llegaron a México en enero de 1569 con varios días de diferencia la una de la otra. En julio de 1569, llegan al puerto de Callao desde donde partieron casi dos años antes. Con ellos traían algo de oro, perlas, indígenas y especias como clavo.
El camino fue tortuoso y lento. El escorbuto, la sed y el hambre mataron a muchos marineros. En un momento del trayecto ambas naves se separaron e incluso una de ellas perdió el palo mayor. Finalmente llegaron a México en enero de 1569 con varios días de diferencia la una de la otra. En julio de 1569, llegan al puerto de Callao desde donde partieron casi dos años antes. Con ellos traían algo de oro, perlas, indígenas y especias como clavo.
19 de noviembre 1967: Homenaje al Hombre de Mar se tributa hoy en el Callao, con asistencia del presidente de la República, ministros de Estado, cuerpo diplomático y altos jefes y oficiales de los Instituto Armados. El presidente de la Comisión Conmemorativa de la Semana del Mar, contralmirante Federico Salmón de la Jara, tiene a su cargo el discurso de orden. Se develará un símbolo alusivo en el Molón Oeste del Muelle de Guerra en la Plaza Grau del Callao. (Tanto en la foto superior como la inferior se puede apreciar el símbolo al hombre del mar en el Molón Oeste del Muelle de Guerra y, la tercera foto, es algo muy especial que he hallado en la búsqueda: Un gráfico del Muelle de Guerra que indica su fecha de inicio 18 julio 1693 y terminación 26 mayo 1696, fabricado por orden del Conde la Moncloba, Virrey del Perú: ¡Vaya que si tiene historia nuestro Muelle de Guerra! ¡322 años!)
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