lunes, 20 de noviembre de 2017

EFEMERIDES MARÍTIMAS Y NAVALES

Colaboración del C. de N. Edgardo Loret de Mola
Responsable de la edición: Rosario Yika Uribe

Fuente: Cinco siglos del destino marítimo  del Perú, de Esperanza Navarro Pantac: Instituto de Estudios Histórico-Marítimos del Perú, 2016

 Efemérides Navales de Hoy 18 de Noviembre


18 de noviembre 1797: Se da la autorización para comerciar con las provincias de ultramar: La Corona permite, como uso extraordinario, expediciones en buques neutrales desde puertos españoles o extranjeros que mantengan la neutralidad. 

Pequeño extracto de "LA CUESTIÓN DEL COMERCIO NOVOHISPANO LLEVADO A LAS CORTES POR LA ULTIMA LEGISLATURA NOVOHISPANA EN LAS EXPOSICIONES DEL DIPUTADO TOMÁS MURPHY (1821-1822) de Gabriela Sofía González Mireles de la UNAM de México

Un diputado que destacó en las últimas legislaturas de las Cortes a las que asistió la delegación de diputados novohispanos, fue Tomás Murphy Porro, a quien un autor de la época lo describió así: “Lo rubio, lo jovial y algunos otros caracteres bien prominentes y exteriores aíslan y marcan a este señor diputado. Por lo que hace a cualidades interiores, el señor Mur es penetrativo, laborioso como el que más, arancelista en grado heroico”.10 En las siguientes líneas pretendo utilizar las exposiciones de este personaje en las Cortes, como hilo conductor para conocer cuál fue la postura de la última legislatura novohispana frente a la protección y/o libertad del comer- cio americano, discurso que tuvo continuidad en las pugnas de los grupos políticos que conformaron la nación mexicana hasta al menos la primera mitad del siglo XIX.

Tomás Murphy (18 de octubre de 1765-13 de febrero de 1830) nació en Málaga, de padre irlandés y madre malagueña, y su familia formó parte de una dinámica red de comercio, impulsada por la Compañía de Navieros de Málaga, empresa privilegiada por el secretario general de Indias, José de Gálvez con el monopolio para transportar papel y naipes a la Nueva España. A partir de esta empresa, fue que la familia Murphy estableció rela- ciones comerciales sólidas en los puertos de Veracruz, La Habana y Cádiz, comerciando con vino, aceite, pasas y manufacturas europeas reexportadas a cambio de plata, azúcar y cacao.

Como parte de la estrategia de negocios de esta compañía de comercio, Tomás Murphy cambió su residencia a Veracruz en 1791, como ayudante de su tío Pedro Porro con la consigna de apoyar el negocio familiar y de abrirse puertas él mismo como comerciante. Lo que cumplió en poco tiem- po, pues para 1795 estableció su propia casa de comercio en sociedad con su tío, que se llamó Murphy y Porro, comerciando principalmente con vino, aceite, azúcar, granos, harina y algodón. Esta empresa vivió un momento de gran auge a partir de 1797, durante una etapa que dentro de la historia del comercio novohispano se ha denominado “comercio neutral” y que se caracterizó por un crecimiento sin precedente del tráfico comercial en 
el imperio español, gracias a la autorización de la Corona española para que entraran a sus puertos embarcaciones extranjeras con banderas neu- trales, durante las diferentes guerras que sostuvo en Europa, iniciando con la de Inglaterra en 1797-1802. En este periodo creció particularmente el comercio gracias a estos permisos que favorecieron a sus comerciantes, ya fuera con sus propias casas comerciales, asociados a casas extranjeras y/o como sus agentes. Destacando en estos dos últimos casos las asociaciones con casas de comercio estadounidenses, con quienes se establecieron rutas para transportar mercancías desde diferentes puntos del imperio español (en la península y América), incluyendo también manufacturas inglesas reex- portadas, y exportando los productos novohispanos más demandados en el mundo: plata, tintes (grana, palo de Campeche y añil), azúcar, cacao, entre otros. Murphy y Porro fue una las casas comerciales más dinámica de este periodo y un claro ejemplo del auge en el tráfico mercantil de estos años.


18 de noviembre 1835: Se subleva en Iquique la guarnición y tripulación de la goleta de guerra Peruviana. Envían a tierra a su comandante y oficiales, y la nave se da a la vela con rumbo desconocido. (En la pintura de Alvaro Casanova Centeno, se aprecia la goleta Peruviana navegando con pabellón chileno luego que fuera capturada el 3 de enero de 1838 en el Callao durante una incursión nocturna que, sin previa declaración de guerra, realizó una escuadra chilena al mando de Victorino Garrido)

18 de noviembre 1879: Captura de la cañonera Pilcomayo por la escuadra chilena. (En la foto, la Pilcomayo ingresa al dique de Talcahuano)

Parte de Manuel Villavicencio sobre la captura de la Pilcomayo
A bordo del trasporte "Chalaco" Noviembre 20 de 1879.
S. M. de O.

Sírvase V. S. elevar al señor contra-almirante, comandante jeneral de marina, el presente parte referente al encuentro del blindado chileno Lord Cochrane con la corbeta Union, cañonera Pilcomayo i el trasporte de mi mando, que tuvo lugar el 18 del presente, frente a la quebrada de Tambo.

A las 12 P. M. del 17 zarpé del puerto de Arica, habiéndolo hecho la cañonera Pilcomayo a las 11.30 P. M., i la corbeta Union a las 11 P. M.; en toda la noche se navegó sin avistarnos i sin ocurrir novedad alguna. A las 5 A. M. del dia siguiente apareció la Pilcomayo por la mura de babor, i teniendo a las 7.30 A. M. la Punta de Coles a la cuadra, hice rumbo hacia Mollendo.
 
A las 9.30 A. M. se avistó en esta dirección un humo de vapor que se creyó ser la Union; pero poco tiempo después apareció esta corbeta acercándose a toda fuerza a la Pilcomayo i el humo avistado se dirijió del mismo modo sobre ambos; a la distancia que nos hallábamos no se podia apreciar qué clase de buque era aquel, aunque indudablemente enemigo.

La corbeta i la cañonera se encontraron mui cerca a las 10 A. M. i cambiaron señales: la primera hizo después rumbo a Suroeste, i la segunda al Sureste e hizo dos tiros, probablemente para advertirnos la presencia de buque enemigo. Habiéndome apercibido de ello desde antes i viendo el movimiento de los buques, intenté al principio forzar el paso siguiendo el mismo rumbo; pero encontrándolo riesgoso, traté de replegarme a nuestros buques. Reconocido que el buque enemigo era el blindado Lord Cochrane i viendo, por consiguiente, la imposibilidad de un combate por parte de nuestros buques i que estos se retiraban en distintas direcciones, como he dicho antes, viré inmediatamente a las 10.30 A. M., estando a cuatro millas de distancia del blindado, haciendo rumbo sobre Arica, tanto por tener allí el paso franco cerca de tierra, como para barar el buque en caso necesario en algunas de las caletas resguardadas por nuestras fuerzas, i para determinar lo mas conveniente para evitar que el buque fuese apresado. 

Poco tiempo después comprendí que el blindado se concretaba a la caza de la cañonera, i tanto por esto, cuanto porque el andar de mi buque aumentaba la distancia que me separaba del blindado, viré nuevamente frente a la Punta de Coles (a una milla de distancia) i continué mi viaje a este puerto habiéndome acercado a esta costa hasta para evitar la presencia de algun otro buque enemigo que la cruzase con el Cochrane. A pesar de los movimientos hechos con el buque de mi mando, el Cochrane no abandonó la persecución que se propuso desde un principio i a pesar aun de haber estado a las 10.30 A. M. mucho mas cerca del Chalaco que de la cañonera, lo que prueba ciertamente que contaba con el mismo andar de ella i con la seguridad que mi buque escaparía de su persecución o embarrancaría. 

Con el doloroso sentimiento que me embargaba, viendo perseguir nuestra débil cañonera por un poderoso blindado, impedido de ir a llenar a su lado un sagrado deber, tanto por la debilidad de mi buque, cuanto por los numerosos chilenos presos que conducía a bordo i no consiguiendo distraer la atención del enemigo mediante mis movimientos, quizá algo riesgosos, presencié hasta las 2.30 P. M. esa lucha del fuerte para alcanzar al débil que maniobraba con intelijencia i serenidad por quitar al enemigo un triunfo triste i sin gloria.

Manifestaré a V. S. las circunstancias que pude apreciar con aproximación durante el tiempo de la persecución de la cañonera. A las 10.30 A. M., distaba ésta del enemigo 7 millas mas o menos, i según la dirección de aquella, parecía que trataba de hacer rumbo sobre Arica, i el Cochrane navegaba paralelamente del lado de tierra para cortarle la retirada; así continuaron, como es natural, a toda fuerza i se notaba que el blindado le iba entrando; a la 1 P.M. la distancia había disminuido no menos de milla i media; entonces la cañonera cambió de rumbo largo i cazó sus velas por estribor quedando de la vuelta de afuera, maniobra que juzgué conveniente desde el principio. A la 1.30 P.M., que me hallaba frente a Punta de Coles, los buques se encontraban enfilados, no pude ya apreciar la alteración de la marcha, la distancia a nuestro buque aumentaba rápidamente. A las 2 P. M. habia desaparecido la cañonera en la bruma que habia aquel dia, i media hora después, el blindado, quedando para nosotros todo envuelto en esa nube misteriosa. A esa hora habia regular brisa cerca de la costa; i si, como es natural, afuera era mas fresca i favorable, es probable que la cañonera haya sostenido la distancia que le separaba del blindado hasta entrada la noche i entonces haber desorientado al enemigo.

A fin de ilustrar la comprensión de los acontecimientos efectuados por los cuatro buques en este fatal encuentro, acompaño a V. S. un plano con los datos tomados desde a bordo, con la aproximación que se ha podido apreciar.

Dios guarde a V. S.
MANUEL  VILLAVICENCIO.


Parte de C. Ferreyros comandante de la Pilcomayo

A bordo del vapor Loa, al ancla en Pisagua, noviembre 22 de 1879.

Señor General Ministro, en el despacho de Guerra y Marina:

Habiendo zarpado del puerto de Arica la corbeta Unión a las 10 P. M. del 17 del que cursa, me puse en movimiento con esta cañonera siguiendo sus aguas, perdiendo muy pronto de vista a la corbeta por la oscuridad de la noche, y navegar nosotros a media fuerza para dar tiempo a que el Chalaco, que también debía zarpar, se reuniese al convoy, siguiendo así con rumbo al n. 70, O. hasta el amanecer, en que avistamos a este transporte por nuestra aleta de estribor.

A las 8 A. M. nos hallábamos a 25 millas al noroeste de punta de Coles con rumbo a Mollendo, cuando el vigía anunció un humo por el norte, el que una hora después reconocimos ser el de la Unión, avistándose en este mismo momento, por nuestra armadura de estribor y hacia el lado de tierra, otro humo. A las 9.50 A. M. la Unión, que había puesto la proa hacia el sureste, gobernando en nuestra demanda, hizo un tiro de cañón, izando señales que no fue posible distinguir por la distancia que nos separaba. Comprendiendo que el vapor avistado hacia el sur suroeste, era enemigo, hizo un disparo de alarma al Chalaco el que inmediatamente se dirigió hacia nosotros.

A medida que se acercaba la Unión pudimos distinguir sus señales que decían: "buque enemigo a la vista", y enseguida nuevas señales anunciándonos que el buque enemigo era un blindado. Pocos momentos después lo vimos por nuestra popa en demanda del Chalaco.

A las 10.15 A. M. la Unión gobernaba hacia fuera, cruzando nuevamente por nuestra popa a distancia de 500 yardas. El Chalaco lo hacía al sur, distando la costa veinte millas. El blindado que nos daba caza estaría de seis a siete millas de distancia. Navegamos así a toda fuerza de máquina, con una velocidad máxima de diez millas, que era cuanto podíamos hacer, hasta las 12 M. en que perdimos a la Unión por nuestra cuadra de estribor, quedando el Chalaco entonces, por haber variado su rumbo, muy pegado a la costa con dirección a Pacocha. Desde este momento noté que la persecución del blindado era dedicada única y exclusivamente a la Pilcomayo, a pesar de que el Chalaco, cuya primera maniobra lo había acercado al enemigo, había llegado a estar más inmediato a éste que a nosotros; notando además, por medio de repetidas observaciones con el micrómetro, que el blindado nos ganaba en el andar a razón de más de una milla por hora, siendo la distancia que nos separaba en ese momento de cuatro o cinco millas.

En esta situación, entre los dos recursos que me quedaban, o bien dirigirme a tierra, de la que distaba más de 20 millas próximamente, con el objeto de embarrancar el buque, o tomar la vuelta de afuera y aprovechando así la brisa, que aunque floja, se dejaba sentir, tratar si posible era, de ganar en velocidad al enemigo, opté por el segundo, pues a más de ser grande la distancia que me separaba de la costa, abrigaba el fundado temor de que llevando al enemigo en la dirección en que el Chalaco ganaba la tierra, fueran dos los buques que perdiera la nación. Practicada esta maniobra en consecuencia, y orientadas las cuchillas, varió su rumbo el blindado, acercándose rápidamente a nosotros, pero alejándose del Chalaco.

A las 2 P. M. calmó la brisa y teniendo la marejada de proa, nuestro andar apenas se mantenía en las 10 millas, a pesar de hacer todo esfuerzo en la máquina para aumentar su velocidad, no distando ya mucho el momento en que iba a encontrarse la cañonera a tiro de la poderosa batería de su enemigo. Convencido pues, que la huida era imposible, reuní a la oficialidad en consejo y unánimemente manifestó ésta que el último recurso adoptable, atendido a lo crítico de nuestra posición, era el de inutilizar la nave sumergiéndola e inutilizándola, batiéndose en retirada hasta conseguir practicar estas operaciones.

A las 3 P. M. variando la distancia entre 3.500 y 4.000 yardas, rompimos los fuegos con el colisa de 40 de la toldilla, y ordené que un oficial se instalara en la sección de máquina y procediera a hacer abrir y destrozar las válvulas y grifos, mientras que otro lo hacía con los de la Santa Bárbara. Asimismo se hizo derramar en las cámaras y sollados todas las sustancias inflamables que poseíamos, y se les dio fuego. Los cañones de la sección de popa se abocaron sobre las escotillas de la cámara de oficiales, disparándolos oblicuamente sobre los fondos, los que produjeron una perforación bajo la línea de agua y otra en la línea de flotación. Procedí enseguida a hacer botar libros de señales, correspondencia oficial y particular y demás documentos del buque. Se destruyeron las bombas y rompieron las lumbreras del costado. Mientras se verificaba todo esto, continuábamos haciendo fuego con el colisa de popa, logrando disparar en todo hasta 19 tiros con granadas, muchas de las que, tocando el costado del enemigo, hacían explosión sin producir ningún efecto. Estos tiros fueron contestados con 3 de a 250 y algunos de menor calibre, ocasionando los de 250 la rotura de la maniobra y pera del pico trinquete, y el corte de los amantillos de la botavara a una altura de diez pies sobre la toldilla. Los otros tiros cayeron a nuestro costado, sin tocarnos.

Conformé observé que el fuego de las cámaras se hallaba próximo a los pañoles en que estaban depositadas las bombas cargadas, saliendo las llamas por la escotilla de la segunda cámara, parada la máquina a causa de que el agua que entraba en gran cantidad había inundado las hornillas, y habiéndome manifestado los ingenieros la imposibilidad de que pudieran los enemigos salvar el buque, ordené arriar las embarcaciones menores, y que se embarcara la dotación, quedándome a bordo con la oficialidad que no quiso abandonarlo.

El Blanco Encalada, que reconocimos ser el blindado enemigo, por la insignia del contralmirante que enarbolaba en el palo de mesana, se hallaba a tiro de rifle por nuestro costado de babor, y observando que los pabellones no se arriaban, rompió el fuego con las ametralladoras y rifleros de sus cofas por espacio de diez minutos.

La circunstancia de haber dejado a mi salida de Arica la ametralladora y armas menores que hacían gran falta y que debían ser repuestas en el Callao, me imposibilitó para adoptar una resistencia que hubiera sido siempre estéril.

A las 4.30 P. M. las embarcaciones del Blanco nos abordaban conservando nosotros nuestros pabellones al pico y tope, que fueron arriados por los enemigos, los que inmediatamente se dirigieron a combatir el incendio e inundación, obligando a nuestros 1º y 2º ingenieros a que les enseñaran el lugar de las válvulas y las cerrasen provisionalmente. A esta hora las dos cámaras eran presa de las llamas y el agua alcanzaba a 10 pies en la sentina, estando la Santa Bárbara totalmente inundada. El fuego de proa, que no había tomado tanto incremento, continuaba sin embargo.

El señor teniente Goñi, que comandaba la gente que nos abordó, se acercó al puente donde me encontraba con toda la oficialidad, y me notificó que iba a hacer regresar a toda nuestra gente a bordo, y que si no tratábamos de hacer apagar el incendio, nos iríamos a pique o volaríamos todos, a lo que contesté que habíamos cumplido con nuestro deber y aceptábamos las consecuencias.

A las 5 P. M. próximamente fui trasladado al Blanco, junto con la oficialidad, habiendo sido ya trasbordada anteriormente, de las embarcaciones menores, toda nuestra tripulación.

En el encuentro con el Blanco no hemos tenido felizmente ningún muerto, habiendo resultado heridos ligeramente el marinero Pedro Álvarez y el cabo 1º de la guarnición Rufino Chuquihuanca con un balazo en la cara y otro en la muñeca derecha.

Los esfuerzos hechos por la tripulación del Blanco para salvar a la Pilcomayo han sido grandes, trabajándose constantemente día y noche, atracándola al costado del blindado para aplicarle las poderosas bombas a vapor de éste, habiendo estado a punto de ser abandonada varias veces por la enorme cantidad de agua que hacía. Desgraciadamente el buen estado del tiempo y del mar favoreció estos esfuerzos, lográndose remolcarla navegando tan sólo a razón de 1 a 2 millas por hora, y aguantándose el blindado constantemente sobre su máquina, para evitar que se hundiera ésta en los pequeños balances que daba.

El jueves 20 a las 10 A. M. fondeamos en este puerto de Pisagua y fuimos trasbordados inmediatamente, oficialidad y tripulación, a bordo de este transporte de guerra, donde permanecemos hasta hoy.

Antes de terminar, creo de mi deber hacer presente a V. S. que tanto los jefes como oficiales y maquinistas, han perdido completamente sus equipajes a consecuencia del incendio de las cámaras.

Cábeme la satisfacción de mencionar a V. S. que la dotación de la cañonera, durante todo el conflicto, cumplió con su deber, conservándose hasta el último momento inalterable el orden y la disciplina.

Dios guarde a V. S.

CARLOS FERREYROS


Parte de Nicolás Portal sobre la captura de la Pilcomayo

Corbeta Unión
Al ancla, Callao, Noviembre 20 de 1879.
Señor Capitán de Navío Mayor de Órdenes del Departamento.

Señor Mayor:
En la noche del 17 del presente vino a bordo el señor contra-almirante, Comandante Jeneral de las fuerzas i baterías de Arica, i me dió orden de salir inmediatamente con dirección a este puerto. Posteriormente, i cuando se elevaba el ancla, fui llamado a tierra por S. E. el Supremo Director de la guerra, quien se sirvió reiterarme la orden perentoria que ya habia recibido. En cumplimiento de ella, zarpé de este puerto a las 10. 35 P.M. haciendo rumbo franco de Punta de Coles. 

Se navegó sin novedad hasta las 8. 50 A.M. del 18, en que encontrándome al Norte de Pacocha, fué avistado un humo por la mura de estribor; en son de combate continué su dirección, i reconocido el enemigo, viré en busca de la Pilcomayo i Chalaco, que sabia que ambos, como la corbeta, habían recibido orden de venir al Callao; momentos después fueron reconocidos el Chalaco, navegando cerca de la costa, i la cañonera mar afuera. Con la proa a cortar su rumbo, se les llamó la atención con 3 disparos de cañón, i estando mas cerca de ellos se les avisó por señales la presencia de un blindado enemigo. Ambos buques inmediatamente emprendieron su retirada acercándose a la costa, i el buque de mi mando, que era perseguido por el enemigo, evolucionaba por el Oeste, con poco andar, para distraerlo en su persecución i permitir que nuestros buques ganaran camino al Sur.

Esta operación fué conocida por el enemigo, i a las 10 A. M. hizo proa sobre la Pilcomayo; poco tiempo después, notando probablemente que el Chalaco avanzaba menos, emprendió la caza sobre este último.

En ese momento la distancia del blindado al buque mas próximo, era mas o menos de 5 millas. La corbeta continuó su evolución doblando el enemigo hasta tomar su rumbo primitivo Norte 72 ° Oeste. A la altura de Mejía se avistó a las 3 P. M. un vapor al Sur con su aparejo de cuchillas en viento, i sujiriéndome esta circunstancia la idea de que fuera otro buque enemigo, me puse en su persecución a toda fuerza de máquina.

A las 4. 40 P.M. reconocí que era el vapor inglés Valdivia que entraba al puerto de Mollendo, i poco después la corbeta. Aguantados sobre la máquina se recibió al capitán del puerto, quien me participó que el Chalaco habia salido de la persecución haciendo rumbo al Norte, no teniendo noticias sobre la Pilcomayo; pero atento al andar que desarrolló ese buque desde el principio, i a la distancia que lo separaba del blindado, es de suponer que, emprendida la caza sobre ella, no haya podido ponerse a tiro de cañón antes de estar protejida por las baterías de Arica.

Telegrafié al señor Director de la Guerra, poniendo en su conocimiento todo lo ocurrido i participándole que continuaba al Callao.

De Mollendo, que zarpé a las 5 P. M. a este puerto, en que he fondeado a las 3.20 P.M., no ha ocurrido novedad a bordo.

El estado jeneral que tengo el honor de adjuntar, dará a V. S. cabal conocimiento de las circunstancias en las que en el dia de la fecha se encuentra el buque de mi mando.

Dios guarde a V. S., señor Mayor.
NICOLÁS F. PORTAL .


Parte de Galvarino Riveros sobre la captura de la Pilcomayo

Comandancia Jeneral de la Escuadra.

Pisagua, Noviembre 20 de 1879.
Señor Ministro:

A la 1 A. M. del 17 del corriente zarpé de esta bahía con el blindado Blanco Encalada, proponiéndome efectuar una escursión por la costa peruana hasta el puerto de Islai. La hora de mi salida fué subordinada a la del vapor de la carrera fondeado en este puerto aquella noche, i que zarpó de aquí a las 11 P. M. del día 16. El retardo de mi partida tuvo por objeto el evitar que aquel vapor llevase a Arica la noticia de mi movimiento, poniendo en guardia al enemigo. Mi rumbo a la salida de Pisagua fué al Noroeste calculando llegar al frente de Islai al amanecer del 18, i a las 5 A. M. de ese dia me encontré en aquel puerto, en el cual no habia nave alguna. Desde allí, mui próximo a la costa, seguí mi derrotero hacia el Sur. A las 6 A. M. pasé delante de Moliendo, donde existen tres fortificaciones artilladas, las que, al avistarme, se prepararon a la defensa. En esta bahía no se encontraba ningún buque. Siguiendo mi marcha, i como a las 8.50 A. M., se avistaron hacia el Sur tres humos de vapores, que al poco tiempo se reconocieron ser la Unión, la Pilcomayo i el Chalaco, naves de la escuadra peruana. Según noticias obtenidas posteriormente, esas naves habían salido de Arica al amanecer de aquel dia, dirijiéndose al Callao.

Conociendo el andar de los buques enemigos, comprendí que, no pudiendo dar caza a la Union con éxito seguro, debía consagrarme a la persecución de la nave de guerra enemiga que me diese, por su marcha, probabilidades de captura. Ordené al comandante del Blanco que emprendiese la caza de la Pilcomayo, i esa persecución comenzó frente a la caleta Pacui, marchando el blindado con toda la fuerza de su máquina. Progresivamente las distancias se fueron acortando de tal manera que a las 11 A.M. la Union se desprendió completamente de su convoi, puso proa al Oeste i poco después tomó rumbo directo al Norte, perdiéndose de vista al poco tiempo. El Chalaco, pegado a la costa, siguió igual rumbo, mientras el Blanco continuaba su persecución a la Pilcomayo.Esa persecución se prosiguió con tenacidad durante cinco horas i en una ostensión como de sesenta millas.

A las 2.50 P. M. la nave perseguida disparaba sobre el Blanco su primer cañonazo, separándonos una distancia de cinco mil metros; sin preocuparme de los disparos del enemigo, seguía acortando la distancia. La Pilcomayo continuó haciendo fuego con punterías por elevación bien dirijidas, pero que pasaban sobre la arboladura del blindado. Solo dos proyectiles chocaron contra los costados del blindado Blanco Encalada, sin causar daño alguno. Mientras tanto, la distancia se iba estrechando rápidamente. A las 3 P. M. esta distancia era de cuatro mil doscientos metros. En ese instante ordené romper el fuego, i nuestro primer proyectil rompió el pico de trinquete de la arboladura enemiga, i estalló a pocos metros delante de su proa. Siguió inmediatamente otro disparo, pero en esos momentos ya pudo notarse, desde a bordo, que se arreaban los botes de la Pilcomayo i que se embarcaba en ellos alguna jente, a la vez que el buque detenia su marcha. El Blanco Encalada continuaba avanzando, i como la bandera enemiga flameaba aun en la nave atacada, se hizo un tercer disparo con los grandes cañones del Blanco, i a corta distancia algunos otros con los cañones pequeños de cubierta i con las ametralladoras i rifles.

Eran las 3.20 P. M. La jente que habia ganado los botes arriados en la Pilcomayo, se mantenia no lejos de aquel buque, comenzando a dirijir hacia el blindado señales de rendición, ajitando en el aire algunos lienzos blancos. El fuego cesó en ese instante i casi inmediatamente hice salir un bote de a bordo, enviando a la nave rendida a un oficial con algunos soldados. La abordaron éstos, arriaron la bandera peruana i colocaron en su lugar la chilena. Nos encontrábamos al frente de punta Chocota. Casi al mismo tiempo que se desprendían los botes de la Pilcomayo, se notó que se habia declarado un incendio hacia la popa de ese buque. Cuando se tomó posesión de él, el incendio tenia ya proporciones consid«rables i se vio que habia comenzado en la cámara del comandante. Según la declaración de ese jefe, el fuego se habia prendido con la idea de que el buque incendiado se hundiera en el mar. Trasbordados al Blanco Encalada los comandantes, oficiales i tripulación de la nave rendida, consagré todos mis esfuerzos a salvarla para que pudiese mas tarde prestar servicios en la marina de la República. El incendio, estimulado por el fuerte viento que soplaba en aquel dia, fué adquiriendo proporciones alarmantes; de tal manera, que hubo un momento en que se creyó imposible la salvación de aquella nave.

Los señores comandantes i oficiales, lo mismo que la tripulación del blindado, se reunieron en un laudable empeño de esfuerzo i de fatigas para lograr el objeto que me proponía. Se trajo a la Pilcomayo al costado del Blanco Encalada, i usando de las poderosas bombas de este buque i cortando el fuego a la vez con el agua i con las hachas, se logró después de dos horas de incesante i rudo trabajo, poder llegar a dominar el incendio. A la vez que se practicaba esa operación, se hacia trabajar al buzo de este blindado en tapar una via de agua abierta en la línea de flotación i se hacían cerrar las válvulas. Esa via de agua fué hecha con el intento de que el buque se fuera pronto a pique por un cañonazo de las propias piezas de la Pilcomayo, disparado sobre su cubierta por orden de su comandante. Cuando se tuvo la seguridad de haber salvado el buque, ordené al comandante del blindado que lo tomase a remolque, i he entrado con él a este puerto hoi a las 7 A. M.

Recibí como prisioneros a bordo del blindado al señor comandante de la Pilcomayo, que lo era ya de la corbeta Union, capitán de navio don Carlos Ferreyros, a su segundo, capitán de corbeta graduado don Octavio Freiré i a todo el cuerpo de oficiales. La tripulación prisionera entre comandantes, oficiales, marineros i soldados de la guarnición del buque, alcanza a 167 individuos. Incluyo a V. S. la lista nominal de esos prisioneros.

Creo un deber de estricta justicia recomendar al comandante, a los oficiales i a la tripulación del blindado, que tanto durante el combate, como en la fatigosa tarea de la salvación del buque rendido, han sabido cumplir dignamente con su deber. En la captura de que doi cuenta a V. S., no hemos tenido que lamentar ninguna baja en la tripulación del Blanco Encalada. En la del buque enemigo solo hubo un herido i no de gravedad. Actualmente se trabaja con empeño en estraer toda el agua de la Pilcomayo i en prepararla para que pueda efectuar su viaje a Valparaíso. Los prisioneros han sido, por orden de V. S., trasbordados hoi al vapor Loa.

Dios guarde a V. S.
GALVARINO RIVEROS.

18 de noviembre 1971: La patrullera de costa BAP Río Chira, construida en el Servicio Industrial de la Marina, es bautizada en la Base Naval del Callao. 

18 de noviembre 1982: Se afirma el pabellón del submarino BAP Chipana (SS 34). 

No hay comentarios:

Publicar un comentario