lunes, 30 de octubre de 2017

Efemérides Marítimos y Navales

Colaboración del C. de N. Edgardo Loret de Mola
Responsable de la edición: Rosario Yika Uribe

(Fuente: Cinco siglos del destino marítimo  del Perú, de Esperanza Navarro Pantac: Instituto de Estudios Histórico-Marítimos del Perú, 2016)

 Efemérides Navales de Hoy 29 de octubre


29 de octubre 1820: La Expedición Libertadora que viene de Pisco, después de hacer unas fintas frente al Callao, fondea a una legua del puerto. Son ocho buques de la escuadra, el convoy de transportes y once lanchas cañoneras, embarcaciones de velamen armadas en guerra. (Nuestros vecinos del sur se jactan de habernos regalado la independencia tratando, como parece ser su modus operandi, de impresionar que ellos son mejores que nadie. Viejo y sabio refrán el que dice: “Dime que te jactas y te diré de que adoleces” que es aplicable a su manera de ser. Las fotos que siguen, muestran los ocho buques de la Expedición Libertadora, todos con bandera chilena, pero para poner las cosas en su real perspectiva pongo también los comandantes de cada unidad y su nacionalidad, además del tipo de buque, número de cañones y desplazamiento) 



Con el objeto de seguir dándole real perspectiva a los hechos copio el texto de una aclaración (publicada en Voltairenet.org) a una declaración hecha en Chile por el historiador chileno Sergio Villalobos en el 2009, que repitió lo dicho 30 años antes por el ex embajador del país del sur Francisco Bulnes Sanfuentes en Lima, luego que fue expulsado del Perú por un enojoso caso que condujo a su indecorosa salida por la puerta falsa. La aclaración también hecha 30 años atrás, la hizo nada menos que el respetado historiador Gustavo Pons Musso:

POLÉMICA ACLARACIÓN NECESARIA A PROPOSITO DE UNA DECLARACIÓN HECHA EN CHILE

En Revista del Instituto Sanmartiniano del Perú. Páginas 165- 174, Lima - Perú,
1974 -1979.

El Diario El Mercurio de Santiago de Chile, en su edición del Viernes 17 de Agosto de 1979, publicó una extensa información sobre la conferencia que el día anterior sustentara en la Academia de Historia Militar del Ejército de Chile, el ex Embajador en el Perú don Francisco Bulnes Sanfuentes, en la que afirmó que "La Expedición Libertadora del Perú fue una acción exclusivamente chilena" así como otros dislates. La Revista Oiga de Lima, entrevistó al Dr. Gustavo Pons Muzzo sobre las afirmaciones del ex Embajador Bulnes, y publicó la entrevista en su edición de fines de Agosto. En una actuación habida en el Instituto Sanmartiniano a principios del mes de Setiembre, el Dr. Pons Muzzo hizo otras aclaraciones a lo afirmado por el señor Bulnes. Como nuestro Instituto tiene por finalidad el velar por la verdad histórica sobre la extraordinaria actuación del General San Martín en la independencia del Perú y de América, consideramos necesario dar a conocer a nuestros asociados lo publicado por El Mercurio de Santiago, la entrevista publicada por Oiga y lo que dijo el Dr. Pons Muzzo en nuestro Instituto.



La publicación de El Mercurio de Santiago de Chile es la siguiente:

EXPEDICIÓN LIBERTADORA DEL PERÚ FUE UNA ACCIÓN EXCLUSIVAMENTE CHILENA
•Así lo señaló el Embajador en esa nación Francisco Bulnes, en conferencia sobre el tema dictada ayer en el edificio Diego Portales.

•El orador trazó los perfiles históricos y humanos de esa gesta, propiciada por 0’Higgins, y sus implicancias en Argentina, Chile y Perú.

•Expresó que el país vecino "nunca ha agradecido a Chile el haber organizado la Expedición Libertadora y la Escuadra que fue su apoyo".


El ex Embajador de Chile en Perú y ex parlamentario Francisco Bulnes Sanfuentes ofreció ayer una conferencia en que pasó revista a la organización de la Expedición Libertadora del Perú, los personajes que intervinieron, sus alternativas bélicas y humanas y las consecuencias e influencias que ejerció en la historia de América. La charla, auspiciada por la Academia de Historia Militar del Ejército que preside el general Washington Carrasco, denominada "Expedición Libertadora del Perú", se llevó a cabo en la sala 5 del edificio Diego Portales y contó con la asistencia de altos jefes de las Fuerzas Armadas y Carabineros, tanto en servicio activo como en retiro y otros personeros. Al comenzar su exposición, Bulnes Sanfuentes, de quien se leyó previamente una breve biografía, particularizando que es nieto del Presidente Manuel Bulnes Prieto, se refirió a la situación producida después del término de la Patria Vieja e hizo un análisis biográfico del general José de San Martín, destacando que la génesis del Ejército de los Andes y de la Expedición Libertadora del Perú se produjo cuando aquél estimó inútil una campaña para dominar el Alto Perú y en cambio prefirió organizar un buen ejército que pasara a Chile, independizara a esta nación y, luego, aliando fuerzas buscase la del país del norte.

"EXPEDICIÓN EXCLUSIVAMENTE CHILENA"

Luego trazó la gran amistad que unió a San Martín con 0’Higgins. y, tras relatar las contingencias del Ejército Libertador en Chile, el conferencista dijo que pasó a formarse la Escuadra Libertadora, la cual, pese a convenirse como una empresa común, finalmente "terminó siendo una expedición organizada, financiada y apadrinada exclusivamente por el Gobierno de Chile, bajo bandera chilena, y en la cual estaban al servicio de nuestro Gobierno tanto el general en Jefe, San Martín, como unos 2,000 oficiales y soldados trasandinos que en ella participaron. Además, la Escuadra que le sirvió de apoyo era chilena, y en ella no tuvieron participación alguna los argentinos".


Relató luego que, pese a las promesas formuladas por el régimen de Buenos Aires a San Martín, en orden a cooperar con dinero y fuerzas a la nueva expedición, esto no se concreta y, peor aún, se ordena al militar argentino repatriar las tropas trasandinas. Sólo una gestión del teniente coronel José Manuel Barros Borgoño consigue que se queden en Chile unos 2 000 soldados argentinos, pero la nación vecina insiste en la repatriación, por lo que San Martín renuncia a su cargo de Comandante en Jefe argentino, y se queda en Chile a disposición de nuestro Gobierno, como jefe de las fuerzas que permanecieron acá. Enseguida, el conferencista se refirió a los preparativos de la Escuadra Libertadora y a los esfuerzos de 0’Higgins para comprar barcos, equiparlos, traer a los jefes navales extranjeros, como 0’Brien y Lord Thomas Cochrane. Relató luego algunas acciones marítimas en las costas peruanas y el afianzamiento del Ejército Libertador, que quedó listo en julio de 1820.


"FACTORIA ESPAÑOLA

Más tarde Bulnes habló de las condiciones peculiares del Perú en ese entonces "No era una nación nueva —dijo— que surgía con caracteres propios, sino una factoría española donde una pequeña minoría de blancos ejercía su dominación sobre una inmensa mayoría de indígenas, semi indígenas y negros. Se comprende que la minoría dominadora mirara con aprensión los electos que podría causar ruptura de los vínculos con España del status vigente". Dijo que también contribuyó a la lenta concreción de los objetivos en Perú la extrema cautela mostrada por San Martín, que posiblemente se debió a su intento de conseguir un acuerdo negociado con España.

Precisó que el 9 de julio de 1821 se inicia la entrada a Lima de las tropas libertadoras, "en medio de las aclamaciones de la muchedumbre", y luego, el 28 de julio del mismo año. San Martín proclama en Lima la Independencia del Perú y el 3 de agosto, asume oficialmente el Gobierno con el título de Protector; dicta un Reglamento Constitucional y designa un Gabinete, en que predominó Monteagudo, "quien habría de cometer toda clase de tropelías y suscitar justificados odios".

Señalo posteriormente que San Martín se aficionó al boato y cayó en el desprestigio más grande, acentuándose las discrepancias con Cochrane, quien, desafiándolo, se apoderó de dineros del Estado peruano, pagó a su gente y retornó luego a Valparaíso con parte de la Escuadra. En Chile, agregó Bulnes, la opinión pública chilena tomó abierto partido por él y rechazo a San Martín, conocedora de las acciones de ambos. Explicó que el jefe militar trasandino ha sido una figura respetada pero no querida en Chile porque, pese a deberle en gran parte nuestra independencia, no debe olvidarse que frustró la Expedición Libertadora y "quiso arrebatarnos nuestra Escuadra, en circunstancias que esa Expedición y esa Escuadra eran la garantía de nuestra libertad y el fruto de un esfuerzo económico agotador, seguramente el más pesado de nuestra historia", dijo Bulnes.

"INDEPENDENCIA IMPUESTA"

Más adelante, el conferencista dijo: "nadie que estudie la historia del Perú en aquella época dejará de constatar que en aquel país la independencia no surgió del alma popular ni de la clase dirigente sino que fue impuesta desde fuera, iniciando la obra la Expedición Libertadora y consumándola los ejércitos bolivarianos. Los peruanos observaron una conducta vacilante y contradictoria y varios de sus jefes cayeron en renuncios y traiciones, todo lo cual hizo que la conducta del Perú resultara en definitiva más negativa que positiva para su propia independencia".

Tras señalar que el gran error de San Martín "fue no entender el medio en que actuaba y creer que los peruanos tenían el mismo sentimiento patrio y eran igualmente dignos de confianza que los argentinos y los chilenos", Francisco Bulnes expresó que "los peruanos nunca han agradecido a Chile el haber organizado la Expedición Libertadora y la Escuadra que fue su apoyo, iniciativas que costaron a nuestro naciente país terribles sacrificios y dinero. Ya en la década de 1830, el Gobierno peruano, encabezado por Santa Cruz, pretendía anexar Chile a una Confederación regida desde Lima, y en la década del 70, el Presidente Pardo firmaba con Bolivia y Argentina una tratado secreto dirigido contra nuestro país y que provocó la Guerra del Pacífico. En la actualidad, la historia oficial peruana no menciona la participación de Chile en la independencia del Perú y silencia la existencia de nuestra Escuadra, presentando el esfuerzo emancipador como una empresa argentina organizada y dirigida por San Martín. Si a O’Híggins lo recuerdan algunos, es porque vivió en Lima los últimos 18 ó 19 años de su vida".
Al finalizar su exposición, el ex Embajador en Lima manifestó: "La Expedición Libertadora del Perú no dio a nuestro país los triunfos que tenía derecho a esperar, pero nos prestó inmensos servicios de histórica trascendencia: hizo imposible que siguieran enviándose desde el Perú expediciones destinadas a reconquistar nuestro país para la Corona de España, y, segundo, contribuyó a desarrollar el sentimiento de patriotismo chileno. Este sentimiento fue el gran motor que nos llevó al triunfo en la Guerra de la Confederación Perú-Boliviana y en la Guerra del Pacífico y fue a la vez lo que hizo posible la gigantesca obra de organización y desarrollo que realizamos en el siglo pasado cuando el resto del mundo hispanoamericano estaba sumido en la anarquía”.

ENTREVISTA AL HISTORIADOR GUSTAVO PONS MUZZO (De la Revista Oiga)
El ex-embajador Francisco Bulnes Sanfuentes no perdona su expulsión del país y que fuera declarado persona no grata, y con ocasión de una conferencia que pronunció el 16 de agosto en el edificio Diego Portales de Santiago, tuvo ocasión de dar rienda suelta a su despecho. El acto fue organizado por la Academia de Historia Militar de Chile y se realizó en presencia de numerosos jefes y oficiales del ejército del sur, que aplaudieron calurosamente las agresiones verbales de Bulnes contra el Perú. Según Bulnes, como consta en la reseña publicada en El Mercurio al día siguiente, el Perú debe su independencia exclusivamente a los chilenos, ya que nosotros no éramos una nación sino una factoría española. Luego añade el frustrado diplomático y político, que San Martín fue un ladrón, mientras defiende el robo de los dineros del Estado Peruano que hizo Cochrane.

A continuación la entrevista al doctor Gustavo Pons Muzzo

¿Es cierto que la Expedición Libertadora fue organizada por Chile y que fue una acción exclusivamente chilena? 
Primeramente le diré que la impresión que se obtiene de la información que hace "El Mercurio" sobre la conferencia del ex embajador Bulnes sobre la Expedición Libertadora, es que es una interpretación sumamente parcializada con objeto de tratar de herir al Perú́, reviviendo acusaciones e interpretaciones históricas ya superadas, y por supuesto, con una intención nada amistosa. Es fácil darse cuenta por qué el Sr. Bulnes ha dado tal conferencia y porqué su intención.

Pasando luego a contestar su pregunta, le diré que no es cierto que Chile organizara la Expedición Libertadora. La Expedición Libertadora fue organizada por San Martín. Chile sólo proporcionó los barcos y buena parte del dinero con el cual se compraron los elementos que se necesitaban, pues otros fueron proporcionados por los propios patriotas peruanos y recogidos por las dos expediciones que Cochrane realizó a las costas peruanas en 1819, y otros recursos fueron proporcionados por los argentinos. El plan de campaña desarrollado por San Martín en el Perú no fue chileno, sino enviado por el patriota limeño José de la Riva Agüero y adaptado por San Martín a las circunstancias. El jefe de la escuadra era el escocés Lord Cochrane y los barcos de la escuadra no eran mandados por marinos chilenos sino por extranjeros. En cuanto al Estado Mayor de San Martín, estaba formado por generales coroneles, etc., argentinos, un peruano, el entonces coronel mayor Toribio Luzuriaga, pero ningún chileno. Sus secretarios eran argentinos y el colombiano Juan García del Rio. En donde hubo intervención de chilenos fue en la jefatura de los batallones. De los seis cuerpos chilenos que integraban la Expedición, cinco eran mandados por chilenos y uno por argentino. El resto de los batallones que eran formados por argentinos con varios peruanos, eran mandados por militares argentinos. Podemos decir sin temor a equivocamos, que la Expedición Libertadora fue ante todo, una expedición sanmartiniana, pero de ninguna manera chilena, ni menos organizada por el gobierno de Chile, en cuya jefatura estaba don Bernardo 0’Higgins, un buen amigo del Perú. 

¿Es cierto que el Perú no era una nación nueva sino una "factoría española"?
—En cuanto a que el Perú no era una nación nueva, sí es cierto. El Perú era una nación de viejo arraigo en el Continente, con una herencia cultural indígena que se remontaba a muchos siglos antes de Cristo, cuando el territorio del centro y sur de Chile estaba poblado por los salvajes araucanos. Luego recibió el valioso aporte de la cultura occidental traída por España y como consecuencia de la simbiosis de ambas surgió la nación peruana como lo entendió San Martín, gran lector de los "Comentarios Reales" del Inca Garcilaso de la Vega y quien en el Perú reivindicó al hombre indígena y a su cultura. En cuanto a que fue una "factoría" española mandada por una minoría de blancos, pues el señor Bulnes sabe poca historia. El Perú fue un gran virreinato que durante mucho tiempo comprendió a Chile y en el que además de los españoles que tenían puestos claves había muchos criollos y caciques indios y mestizos que tenían mucha influencia en la administración colonial.

¿Qué tropas entraron a Lima el 9 de julio de 1821?
 
—En la noche de ese día entró a Lima una sección de caballería del glorioso regimiento "Granaderos a Caballo", al mando del entonces coronel argentino Mariano Necochea, quien mucho quiso al Perú, y fue recibido apoteósicamente por el pueblo de Lima. No entraron chilenos.

Dice el señor Bulnes que Cochrane entró en discrepancias con San Martín, desafiando su autoridad, y que se apoderó de los dineros del Estado peruano para pagar a su gente, retirándose a Valparaíso con la escuadra, tomando la opinión pública abierto partido por él.
— El señor Bulnes dice aquí la verdad. Cochrane se rebeló contra la autoridad de San Martín, pretendiendo exigirle altaneramente que orientara sus acciones militares según su parecer; luego se apoderó del dinero del Estado peruano que San Martín había hecho trasladar a los buques de la escuadra ante el peligro de que los realistas ocuparan Lima en setiembre de 1821, con el pretexto de pagar a sus subordinados a quienes se les debía algunos meses. Este robo que cometió el Almirante de Chile fue aprobado por la opinión pública chilena, pero no por 0’Higgins, como un anticipo de lo que ocurriría a lo largo del siglo XIX. El señor Bulnes está de acuerdo con el robo y con que Cochrane se insubordinara a San Martín, lo que es lamentable.

Dice el ex embajador Bulnes que San Martín es una figura respetada pero no querida por los chilenos a pesar de que le deben en gran parte su independencia. ¿Qué nos puede decir de ello?
—Creo que es una gran ingratitud. Los chilenos deben agradecerle a San Martín dos cosas principales. Primero, que variase el plan de ofensiva hacia el Perú planteado por el gobierno de Buenos Aires desde 1811, el cual se había fijado hacia el norte, por Tucumán, para llegar al Bajo Perú atravesando Charcas, región llamada entonces Alto Perú. San Martin varió ese plan y sostuvo que para llegar al Perú había que venir por mar libertando primero a Chile. Si San Martín hubiese continuado en el plan hacia el Norte y llegado al Perú a través de Charcas Chile habría quedado aislado y no habría habido Expedición Libertadora ni escuadra chilena, y Chile seguramente habría sido libertado desde el Perú. En segundo lugar, los chilenos con gran ingratitud no le reconocen a San Martín la importancia que tuvo para Chile el que ganara las batallas de Chacabuco (12-2-1817) y Maipú (5-4-1818) que incuestionablemente dieron la independencia a Chile. En Chacabuco peleó 0’Higgins, pero en Maipú no, porque había sido herido el 19 de marzo en la sorpresa de Cancha Rayada. La batalla de Maipú que consolidó la independencia de Chile, fue ganada por la táctica genial y el esfuerzo de San Martin y los generales argentinos. El Ejército de los Andes que dio la libertad a Chile, fue integrado en su gran mayoría por argentinos y en menor parte por chilenos derrotados en Rancagua, y fue costeado por el gobierno de Buenos Aires y la hidalguía del pueblo cuyano, hombres y mujeres.

En cuanto a la acusación de que San Martín frustró la Expedición Libertadora y pretendió arrebatarle a Chile su escuadra, es totalmente falso. No hay documento que lo pruebe. La correspondencia cursada por San Martín hasta que voluntariamente se fue del Perú, con 0’Higgins, fue la más cordial que pueda imaginarse y nunca el Director Supremo de Chile le hizo presente esa acusación. La Expedición Libertadora consiguió el objetivo que perseguía Chile de impedir la salida de nuevas expediciones realistas desde el Callao, y en cuanto a la escuadra, San Martin no obligó a ningún buque a quedarse. Sus divergencias con Cochrane se debieron a que el Almirante quería avasallar al General e imponerle sus puntos de vista. San Martín, según sus instrucciones, tenía el mando supremo de la escuadra y del ejército, estando Cochrane sometido a él.

¿Es cierto que en el Perú no hubo sentimiento por la independencia, que ella no surgió del alma popular sino que fue impuesta desde fuera, primero por la Expedición Libertadora, consumándola después los ejércitos colombianos y venezolanos?
—Esa es la teoría "extranjera" (chilena y venezolana) sobre la independencia del Perú, acogida en mala hora por algunos historiadores peruanos que hablan de que la independencia nos fue impuesta desde fuera, lo que no es cierto. Ahí están muchos de los 84 volúmenes que componen la COLECCIÓN DOCUMENTAL DE LA INDEPENDENCIA DEL PERÚ que sacamos en la Comisión Nacional del Sesquicentenario bajo la presidencia del general Juan Mendoza y en los que se prueba que el Perú fue el primero en la idea y en la acción revolucionaria en América. Pero creo que es suficiente para refutar al ex Embajador, decirle que lea lo que escribió su compatriota don Benjamín Vicuña Mackenna en su importante obra "La Revolución de la Independencia del Perú", así como el propio padre del ex Embajador, el historiador chileno Gonzalo Bulnes, hijo del Mariscal Manuel Bulnes, quien en su libro "Historia de la Expedición (sic) Libertadora del Perú" T.I, Santiago 1887, dice en la pág. 389:

"En 1820 la revolución estaba latente en el Perú. Su fuerza expansiva se hallaba comprimida por los poderosos elementos de resistencia de que disponía el virrei (sic), pero no por eso era menos real la ajitación (sic) que cundía bajo la tranquila superficie de la sociedad peruana". En otro pasaje, pág. 417, dice: En 1820, "San Martín tenía en Lima varios puntos de apoyo. Lo eran el desarrollo que la revolución había tomado en las ideas y divisiones (rencillas) que embargaban la acción del virrei, y de este modo hacía concurrir igualmente a sus fines, al revolucionario y al español". Hay muchos otros pasajes en que el padre del señor Bulnes testifica la gran inquietud revolucionaria del pueblo peruano. Por otro lado, San Martín sabía perfectamente del estado favorable a la independencia que había en el Perú y por eso vino a colaborar con el pueblo peruano, a ayudarlo, no a imponerle la independencia como el mismo lo dijera en muchas oportunidades. El almirante Cochrane recogió ese ambiente favorable en las dos expediciones que realizó a la costa peruana en 1819 y 0’Higgins da testimonio en su correspondencia con San Martín que se encontraba entonces en Mendoza. Mencionaremos algunas. En carta del 16 de abril de 1819, le habla de "la buena disposición que se halla Lima"; en otra del mes de junio le menciona la ayuda que recibe Cochrane y le dice: "Toda la costa está proveída de víveres para los patriotas"; en la del 20 de octubre le dice: "El estado político del Perú y Lima, la disposición de este país, todo parece presentar un campo halagador a nuestras aspiraciones de libertad"; y el 4 de diciembre, 0’Higgins clama porque San Martín vaya a Chile a realizar la Expedición porque es vital para Chile. Le dice: "Sin la libertad del Perú, usted esté convencido de que no podemos salvarnos: y ahora, este es el momento de venir usted a Chile con esas tropas, seguro de que a los dos meses estamos en camino para lograr el objeto tan deseado. Así pues, venga usted mi amigo: vuele y se coronará la obra".

El ex Embajador Bulnes acusa a San Martín de no entender el medio en que actuaba y que fue un gran error de él creer en que los peruanos tenían el mismo sentimiento patrio y eran dignos de confianza como lo fueron argentinos y chilenos.
—No es exacto en lo primero, pues San Martín, como hombre genial que era no sólo conocía el medio geográfico en que guerreaba y esbozó una estrategia perfecta que lo llevó al triunfo, sino que también conocía el medio social en que actuaba. Se daba perfecta cuenta de que el medio socio-político de América del Sur no era el de América del Norte y que la República liberal no tendría aquí el buen éxito que tuvo allá. Por eso auspició la monarquía constitucional (no absoluta) como un gobierno transitorio. En cuanto al Perú lo entendió perfectamente como país que tenía un gran aporte de cultura indígena y como se dijo antes, trató de enaltecer al habitante autóctono y su cultura En cuanto a España, San Martín sentía atracción por el pueblo español que profesaba ideas liberales pero no por la monarquía absoluta, a la cual combatía. En cuanto al sentimiento patrio de los peruanos, y a su dignidad, San Martín estaba seguro de ello y muchos documentos así lo prueban, pero se daba cuenta de que en este país, como en su patria y en otros del Continente, existía el fantasma del caudillaje y que la disputa por el poder atentaría contra la independencia y la organización constitucional de los pueblos que estaba libertando. Se dice que Chile fue una excepción. En gran parte es cierto, pero ello es porque se hizo desaparecer el peligro del caudillaje, gobernando 0’Higgins, al fusilarse a los hermanos José Miguel, Juan José y Luis Carrera que eran personajes que tenían todos los atributos del revoltoso caudillo criollo, ambiciosos del poder y con atribuciones de dictadores. De haber vivido esos caudillos, otro habría sido el destino de Chile republicano.

El señor Bulnes acusa a los peruanos de que nunca hemos agradecido a Chile el haber "organizado" la Expedición Libertadora y la escuadra, lo que le costó, dice, grandes sacrificios en hombres y dinero.
- No tiene porqué el Perú agradecer a Chile el haber "organizado" la Expedición Libertadora porque ya hemos dicho que la verdad histórica es que dicha expedición fue organizada por don José de San Mar ín. Chile sólo colaboró con su escuadra y aportando buena parte de los elementos que se necesitaba; otra parte la pusimos los peruanos. Por eso es que nosotros en los libros y textos de historia decimos que la Expedición Libertadora fue organizada "en Chile" pero no "por Chile". En cuanto a los "sacrificios" que hizo Chile en hombres y dinero, ellos fueron debidamente compensados. El Perú reemplazó con peruanos las bajas que tuvieron en la campaña del Perú los batallones chilenos y en cuanto al aporte de dinero, esa deuda fue escrupulosamente pagada por el Presidente Mariscal Ramón Castilla. Por la Convención firmada el 12 de setiembre de 1848 con Chile en el primer gobierno de Castilla, el Perú reconoció la deuda de la independencia en favor de ese gobierno, la que terminó de ser totalmente pagada durante el segundo gobierno del Mariscal Castilla, como lo prueba el Decreto emitido por el Presidente de Chile don Manuel Montt, en Santiago, el 6 de mayo de 1856 que termina diciendo: "Se declara pagada en su totalidad la deuda de cuatro millones reconocida por el Perú, en virtud de la Convención del 12 de setiembre de 1848, y el gobierno del Perú libre de toda responsabilidad en razón de las obligaciones procedentes de dicha Convención".

Finalmente, el señor Bulnes dice que la Expedición Libertadora no dio a Chile triunfos que tenía derecho a esperar, pero que le prestó inmensos servicios de histórica trascendencia, como es que hizo imposible que se siguieran enviando desde el Perú expediciones para reconquistar Chile para España, y luego, porque contribuyó a desarrollar el sentimiento del patriotismo chileno el que fue el gran motor que los llevó al triunfo en la guerra contra la Confederación Perú-Boliviana y en la guerra del Pacifico. ¿Qué opina Ud. de ello?
—En esta opinión final del ex Embajador Bulnes se manifiesta claramente la egoísta política internacional chilena. Según el señor Bulnes, Chile tenía derecho a esperar triunfos o beneficios de la expedición al Perú, lo que prueba que no lo hizo poseído de sinceros sentimientos de solidaridad americana ni de ayuda generosa al Perú, como lo hizo San Martín, sino porque le convenía hacer desaparecer el formidable poder realista concentrado en el Perú por obra del Virrey Abascal, y una vez conseguido ello le volvió las espaldas a su Libertador. Luego Chile explotó el éxito que tuvo con San Martín, para orientar a su pueblo en propósitos egoístas y contrarios a la vida solidaria de los pueblos americanos, como lo fueron el interponerse entre Perú y Bolivia y destruir a la Confederación Perú-Boliviana y luego en la guerra del Pacífico al enclaustrar a Bolivia en los Andes y quitarle sus riquezas principales, y al Perú despojarlo de parte de su territorio y arrebatarle sus riquezas con la guerra de conquista que desató en América hace un siglo.

LO DICHO EN EL INSTITUTO SANMARTINIANO POR EL DOCTOR GUSTAVO PONS MUZZO SOBRE LA CONFERENCIA DEL SEÑOR BULNES, ES LO SIGUIENTE:

La labor de mantener vivo el sentimiento de la nacionalidad, el recuerdo de los hechos gloriosos que enaltecen y dignifican a los hombres y a los pueblos, así como la verdad histórica, es labor permanente. Por eso deseo aprovechar esta oportunidad que me brinda el Instituto Sanmartiniano del Perú, para desvirtuar la infundada versión expuesta hace menos de un mes en el vecino país del Sur por el señor Francisco Bulnes Sanfuentes de que "la Expedición Libertadora del Perú fue una acción exclusivamente chilena". Tal afirmación no reposa en la verdad histórica. Es enjuiciar con criterio muy estrecho este gran acontecimiento de la emancipación sudamericana. La guerra de la independencia hay que juzgarla, como va lo hicieron grandes historiadores, en su dimensión continental, como un movimiento solidario de los pueblos de América para conseguir un objetivo común que era la libertad e independencia del Continente, porque ningún país podía estar seguro de su independencia si el resto no lo estuviera. Por lo demás, la concepción de la expedición al Perú y el enlace de las revoluciones argentina y peruana fue una concepción de la Revolución de Mayo, a la que dio definida concepción estratégica el genio de San Martín que fue quien la llevó al triunfo. No es nada nuevo decir que la Revolución de Mayo se fijó como meta para alcanzar su triunfo definitivo el llegar con sus banderas redentoras al Bajo Perú y enlazar sus esfuerzos con la revolución peruana para destruir el poder realista en el Perú y americanizar la revolución. Tal fue la misión y el propósito de la primera expedición mandada por la Junta de Buenos Aires en 1810-11 al Alto Perú, Charcas, hoy Bolivia, al mando del General Balcarce y asesorado por el abogado Castelli, la que como sabemos documentadamente, estuvo en enlace con el movimiento peruano dirigido por don Francisco Antonio de Zela que estalló en Tacna el 20 de junio de 1811, el mismo día de la derrota de Balcarce y Castelli en Huaqui por Goyeneche. El intento argentino, como sabemos, se vuelve a repetir en 1813, al mandar la Junta de Buenos Aires una segunda expedición al mando del General Belgrano que invade victoriosamente el Alto Perú, pero que termina derrotado por el General español Joaquín de la Pezuela. Está documentalmente probado que esta expedición tuvo relación con el movimiento peruano que estalló en Huánuco en 1812, como lo ha probado la Dra. Ella Dunbar Temple en documentación publicada en la COLECCIÓN DOCUMENTAL DE LA INDEPENDENCIA DEL PERÚ. Este pensamiento de dimensión continental que resulta de una claridad meridiana en la revolución argentina, no se encuentra ni un atisbo de su concepción en la revolución chilena, que por entonces vivía su primera etapa llamada "La Patria Vieja". Los próceres chilenos no tenían la concepción de que para asegurar la independencia de Chile era necesario el aniquilamiento del formidable poder que España había concentrado en el Perú por obra del diligente Virrey don José Fernando de Abascal, ni mucho menos tenían una concepción continental del acontecimiento. La acción de su revolución fue de carácter localista, por no decir egoísta.

Fue pues sin lugar a ninguna duda, que el genio de San Martín le dio forma definida y concepción estratégica triunfante a este pensamiento inicial y fundamental de la Revolución de Mayo. Así lo dio a conocer en sus tantas veces citada carta a don Nicolás Rodríguez Peña escrita en Tucumán el 12 de marzo de 1814 cuyos conceptos esenciales es conveniente recordar en esta ocasión: "La Patria no hará camino por este lado como no sea una guerra defensiva y nada más... Ya he dicho a Ud. mi secreto. Un ejército pequeño y bien disciplinado en Mendoza para pasar a Chile y acabar ahí con los godos, apoyando a un gobierno de amigos sólidos para acabar con los anarquistas que reinan; aliando las fuerzas pasaremos por el mar a tomar Lima; ese es el camino y no este mi amigo". Este cambio en la concepción estratégica de avance de la Revolución de Mayo hacia la realización de su verdadero destino, salvó a la revolución chilena derrotada en Rancagua en octubre de 1814, pues de no haber operado el cambio en la concepción estratégica concebida por San Martín, Chile habría quedado relegado y posiblemente habría sido libertado desde el Perú. San Martín salvó a Chile, lo que debe agradecerse. Por lo demás la concepción de que Lima era la meta, la tuvo San Martín desde mucho antes y se halla implícita en el documento en que pide una baja del ejército español al que había servido durante 22 años. Se acepta su pedido por tener que pasar a Lima —según se dice en este documento— "con objeto de arreglar sus intereses perdidos". Lima ya estaba en su pensamiento cuando decide incorporarse a la revolución que había estallado en su patria.


Querer pues reducir la Expedición Libertadora al hecho de proporcionar unos cuantos barcos, parte del dinero y de los elementos materiales que se necesitó (lo que fue escrupulosamente pagado por el Perú) así como un sector del ejército (cuyas bajas fueron reemplazadas), es rebajar tan grandioso acontecimiento a su más estrecha concepción. Felizmente el historiador don Gonzalo Bulnes, familiar de quien ha hecho tan temerarias afirmaciones, nos dice en su obra "La Expedición Libertadora" publicada en 1887, al referirse a San Martín, lo siguiente:

"Este hombre esclarecido, realizó su gran pensamiento valiéndose del concurso de la República Argentina y de Chile y cuidando de ponerse por encima de las nacionalidades para no herir los sentimientos de ninguna". Así fue en realidad. La Expedición Libertadora fue la realización del pensamiento sanmartiniano, cimentado en el pensamiento de la Revolución de Mayo, realizado con la colaboración de su propio país, de Chile y del pueblo peruano que aportó todo lo que pudo para que la Expedición se realizara. Está fuera de toda duda que si San Martín se aventuró a desembarcar en el más poderoso Virreinato de España en América defendido por más de 20,000 hombres bien armados, con algo más de 4,000, es porque estaba convencido de la gran ayuda que le proporcionaría el pueblo peruano, como así fue en realidad.

Conveniente es también dejar aclarados otros puntos polémicos con respecto a la Expedición Libertadora que pueden confundir a algunos. Sabemos que en 1820 San Martín regresó de Mendoza a Chile decidido a no intervenir en la anarquía a la que por entonces lamentablemente ingresaban las Provincias Unidas del Rio de la Plata, porque la misión que se había impuesto no era la de intervenir en la política interna sino poner su espada al servicio de la libertad del Continente y acabar con el poder realista que se concentraba en Virreinato del Perú, llevando en sus banderas libertarias los principios redentores de la Revolución de Mayo. Conocida es la negativa de San Martín a trasladarse a Buenos Aires con su ejército para sostener al gobierno del General Rondeau. Conocida es también la actitud de San Martín tomada el 26 de marzo de 1820. estando en Chile, cuando consideró que su nombramiento como General en Jefe del Ejército de los Andes había caducado por no existir gobierno constituido en las Provincias Unidas que era el que se lo había conferido, y pidió a los demás jefes v a los oficiales del Ejército de los Andes que nombraran un nuevo jefe. Conocida es también la decisión tomada por los dichos jefes y oficiales del Ejército en la ciudad de Rancagua, el 2 de abril de dicho año, al sostener por unanimidad que el nombramiento de San Martín emanado del Gobierno Supremo de las Provincias Unidas no había caducado y que por tanto ese nombramiento como General en Jefe del Ejército de los Andes para hacer la guerra a los españoles tenía plena validez. Esta decisión de los jefes y oficiales del Ejército de los Andes confirmó rotundamente que dicho ejército argentino seguía existiendo —aunque el gobierno no existiese— y que existía como expresión de la nación argentina y de los ideales de la Revolución de Mayo en sus proyecciones continentales. Y este Ejército de los Andes era el motor y el nervio de la Expedición Libertadora y le señalaba su verdadera forma y misión en América, no pudiéndose de ninguna manera desconocer por tanto, el origen y el fundamento argentino que tenía la Expedición Libertadora. No es cierto pues que fuera exclusivamente chilena.

Otro asunto interesante que conviene puntualizar es el de la bandera con que llegó la Expedición Libertadora. Sabemos que en los buques se enarboló la bandera chilena y que San Martín aceptó que viniera con dicha bandera no por un acuerdo cordial con el Director Supremo de Chile don Bernardo 0’Higgins, sino por un acto de sorpresa como lo dice don Gonzalo Bulnes en su citada obra "La Expedición Libertadora". Nos dice Bulnes que los altos dirigentes del gobierno chileno estaban preocupados por saber con qué bandera viajaría la Expedición y que: "El misterio se rasgó —dice— en una de las reuniones celebradas entre los vecinos más importantes de la capital con el General y el Director para arbitrar los recursos de la partida. San Martín solicitó nuevos auxilios y entonces don José Gaspar Marín, abordando de frente la gravísima preocupación de la concurrencia, lo interrogó directamente diciéndole: ¿Bajo qué bandera marchará la expedición? Turbado San Martín con aquel ataque de frente, —prosigue el historiador chileno— se limitó a contestarle: "Con la chilena señor Marín".

También se dice que San Martín llegó al Perú comandando la Expedición Libertadora con instrucciones precisas del gobierno de Chile y que luego las incumplió. También esto es inexacto. Sabemos que el Senado chileno aprobó el 22 de junio de 1820 un pliego de instrucciones en 25 artículos y también que el gobierno chileno nombrase un representante suyo para que viajara al lado de San Martín. Pero el Director Supremo de Chile don Bernardo 0’Higgins, gran amigo de San Martín, convencido de la calidad moral del gran prócer, prescindió de dichas instrucciones y de dicho acuerdo y no se las trasmitió a San Martín ni nombró personero alguno. El mismo Gonzalo Bulnes lo confirma cuando se pronuncia de la siguiente manera: "Es el hecho de que San Martín salió de Valparaíso sin instrucciones y las que se conocen con ese nombre carecen de valor como documento histórico. Lejos de trabar su acción de ningún modo, el Director 0’Higgins le concedió la plenitud de las facultades millares y políticas y cortó en su obsequio los débiles lazos con que la ordenanza limitaba las facultades de un general en jefe". Tuvo razón San Martín al protestar cuando en el diario "Correo Mercantil de Lima" el Ministro Plenipotenciario de Chile publicó esas instrucciones. San Martín en carta desde Mendoza el 1° de junio de 1823 protesta "no haber recibido ni éstas ni ningún otro género del gobierno de Chile ni de las Provincias Unidas".

29 de octubre 1879: Se declara día de “Duelo Nacional” y se tributa al contralmirante Miguel Grau las mismas honras que corresponden a los presidentes de la República.  


29 de octubre 1912: A las 2 de la tarde, con la presencia del ministro de Guerra y Marina, comienzan los trabajos para poner a flote el sumergible Ferré. (que había llegado de Francia en el Kanguroo. 




Sumergible Ferré a flote en el interior del buque dique Kanguroo a bordo del cual fue transportado hacia el Puerto del Callao.

29 de octubre 1937: El capitán de navío Roque Saldías Maninat, durante el segundo gobierno del general Oscar R. Benavides, es nombrado ministro de Marina y Aviación, cargo en el que se mantendrá́ hasta el 8 de diciembre de 1939. 
  



29 de octubre 1962: Son apresados barcos de E. U. que pescaban atún en aguas territoriales del Perú́. 





29 de octubre 1975: Por R. M. N° 2345-75MA/CG, se establece el diseño oficial del Escudo Oficial de la Marina de Guerra del Perú. 




29 de octubre 1984: La patrulla de combate de la Base Contrasubversiva de Tambo se enfrenta con fuerzas subversivas en la quebrada Huarmihuasñuscha. 
 

29 de octubre 2013: La Marina de Guerra y la empresa Telefónica, propulsores de la Cruzada Nacional de Valores “Somos Grau, Seámoslo Siempre”, premiaron a los ganadores del II Premio Nacional “Almirante Grau”, evento anual que selecciona a los mejores ciudadanos que reúnen los valores que personifican la figura epónima del Almirante Miguel Grau. 

Efemérides Marítimas y Navales

Colaboración del C. de N. Edgardo Loret de Mola
Responsable de la edición: Cb2 PON Elizabeth Zulema Figueroa Mamani

Fuente: Cinco siglos del destino marítimo del Perú. Cronología y efemérides marítimas y navales, de  1565 a 2016.
Lima, Instituto de Estudios Histórico-Marítimos del Perú, 2016.

Hoy 28 de octubre


28 de octubre 1637: Sale de Curupá (Brasil) la expedición del capitán Pedro Teixeira, con el objeto de remontar los ríos Amazonas, Napo, Coca, y llegar hasta Quito. Logra su cometido con serios reparos del Virreinato del Perú. 


«Despachada por el gobernador del Marañón la armada que dejamos aprestando, con cuarenta canoas de buen porte, mil doscientos indios remeros y de pelea, sesenta y tantos portugueses y más cuatro castellanos de los seis que bajaron con los religiosos, todo á cargo del general Pedro Texeira, persona dé toda satisfacción, llevando por guía á Dios Nuestro Señor y al hermano fr. Domingo Brieva, y por capellán al P. fr. Agustín de las Llagas [Chagas], hijo de una de las provincias de Nuestro Padre San Francisco de Portugal y Presidente de el convento de San Antonio del Gran Para; junto y apercibido ya todo esto y las cosas necesarias para tan largo viaje en la plaza de el Carupa. que es la última que tiene aquel Estado y esta más cercana á la boca que tiene nuestro gran rio -que ya no tiene otro nombre que el que los portugueses con mucha razón le pusieron de San Francisco de el Quito-, por haberlo descubierto y navegado los religiosos hijos de Nuestro Padre San Francisco y de la provincia de el Quito, y ya de aquí adelante no le hemos de nombrar de otra manera, pues tan justamente le conviene el nombre de el río de San  Francisco de el Quito,—á los 17 días de el mes de octubre de 1637, salió la armada portuguesa de la plaza de el Gurupa, con fervorosos alientos de toda aquella gran compañía, con ánimo de morir antes que dejar de llegar á la ciudad de Quito, según las ordenes que llevaban. Caminaron á vela y remo algunas leguas, hasta que, faltándoles los vientos (que no los hay sino cerca de la mar) les fue forzoso andar este camino y hacer este viaje á pura fuerza de remos, que es cosa trabajosísima y más con canoas tan grandes como llevaban, y sino fueran tales no se pudiera hacer el tal viaje. Llevaba cada una veinte remos, algunas de ellas más y muy pocas á menos. Desde luego fueron con mucha cuenta y razón reconociendo todos los ríos que por entrambos lados iban entrando en el nuestro de San Francisco de Quito, numerando las leguas que había de unos á otros y nombrándolos por sus nombres, marcando y tomando la altura de los parajes, y sondando nuestro río por su canal principal, advirtiendo con toda atención las poblaciones de gentiles que iban encontrando y tomando noticias de algunas otras que estaban apartadas de nuestro río la tierra adentro y lo que en ellas había ó podía haber de provecho. Finalmente, iban obrando aquello para que fueron enviados, pues no iban á otra cosa, y para ello llevaron un buen piloto, que con todo cuidado iba haciendo todo lo referido.

»Habrían ya caminado casi ochocientas leguas, cuando, pareciéndole al general así convenía, despachó adelante al coronel Benito Rodríguez con ocho canoas y la gente necesaria para cumplir con el orden que llevaba y hacer con esta diligencia más cierto su viaje, porque mucha de su gente, ya cansada de el mucho trabajo y descomodidades que pasaban, se querían volver al Pará, como se volvieron algunos que se huyeron. Con esta buena traza fueron continuando su camino hasta que llegaron á las islas de el puerto de San Antonio de los Encabellados; aquí se quedó la mayor parte de la armada á cargo de el capitán Pedro de Acosta [Tavella], y el general con algunos compañeros y el P. fr. Agustín de las Llagas partieron para Quito, siguiendo siempre el coronel y su compañía, que con el hermano fr. Domingo Brieva y uno de sus compañeros, platicó de aquellos ríos y puertos de los Quijos, que les guiaban, iban delante. Llegó esta primera escuadra hasta diez leguas más abajo de el puerto de Archidona (que se llama de Napo), de adonde, por las muchas piedras y corriente de nuestro gran río, no fué posible pasar á tomar puerto. Fuéles forzoso volver atrás, para entrar por otro río más hondable, que se llama Payamino, á tomar puerto en el del Nini que está tres días de mal camino de la ciudad de Ávila. Aquí llegaron á 24 de junio de 638, día de San Juan Baptista; dejaron en este paraje las canoas y marcharon el coronel, el hermano fr. Domingo y demás compañía para Avila, adonde llegaron muy necesitados. Estaba en esta ciudad por teniente un vecino encomendero llamado el capitán Sebastián Diaz, el cual los recibió con su acostumbrada caridad y los socorrió y remedió sus necesidades como pudo y no como él quisiera, por ser la tierra falta de bastimentos y los huéspedes muchos. Visto por el hermano fr. Domingo de Brieva la presente necesidad y que había de ser mayor con la llegada de la armada que les venía siguiendo, partió con toda prisa á Quito, así para procurar el remedio, como para dar cuenta de su venida. El capitán Sebastián Díaz despachó luego aviso de la llegada de los portugueses á los señores de la real Audiencia de Quito y de la falta de bastimentos que había en aquella tierra para socorrerlos.

Llegó este aviso y el hermano fr. Domingo casi á un tiempo á la ciudad de Quito, que se conmovió toda con tal novedad. Informados de lo ya dicho, el Rdo. P. Provincial, que ya lo era el P. fr. Martin de Oc'hoa, y el Reverendo P. fr. Pedro Dorado (que fué el primero que despachó religiosos para estos descubrimientos), fueron juntamente con el hermano fr. Domingo á dar cuenta de todo á los señores de la real Audiencia y á manifestarles la necesidad de aquella gente que había venido por orden de S. M. y en su servicio traidos por nuestros frailes, para que fuesen servidos de los mandar socorrer. Los señores acudieron luego con muy buena voluntad, y en nombre de S. M. despacharon seiscientos pesos que se sacaron de sus reales cajas, y nombrando una persona de toda satisfacción, llamado Joan de Golibar [Bolívar], les entregaron, y con asistencia de el hermano fr. Pedro Pecador, se emplearen en mantenimientos y en todo lo que fué necesario, y con toda prisa fueron á llevarlo a los Quijos, para socorro de las dos escuadras portuguesas, porque ya habían llegado el general Pedro Teixeira, el P. fr. Agustín de las Llagas y sus compañeros, que digimos venían en seguimiento de los primeros. Algunos portugueses habían ya llegado á Quito cuando salió el socorro, y otros venían caminando en tropas, y el hermano fr, Pedro Pecador los iba socorriendo como los iba encontrando, dándoles lo que habían menester y pasando adelante con lo demás hasta alcanzar los últimos, que fueron el general y sus compañeros, de los cuales supo cómo se les habían muerto muchos indios de hambre y de el trabajo de el camino. Supo también que el general y compañeros habían hecho matar un caballo que les había dado el teniente de Avila para que en él subiesen á ratos los más necesitados, y que se lo habían comido todo: á tanto como esto llegó su necesidad. Finalmente, con el buen socorro que se les envió, se alentaron y pudieron muy bien llegar á la ciudad de Quito, adonde fueron muvbienrecibidos.

»Juntáronse el general Pedro Texeira, el P. fr. Agustín de las Llagas y algunos oficiales de la armada, que fueron, el maese de campo, el sargento mayor, el coronel y otro, cqn alguna de su gente, en un lugar de indios cerca de la ciudad de Quito, y desde allí caminaron con algunas personas que los acompañaron hasta llegar á un llano que se llama Añaquito y está junto á la dicha ciudad, adonde les salieron á recibir D. Juan de Acuña, corregidor de Quito y teniente de capitán general, con muchas personas de cuenta, todos á caballo, y otra mucha gente de á pié; y habiéndose saludado con toda cortesía, puestos todos en orden, entraron en la ciudad y fueron á las casas reales,, adonde los señores Presidente y Oidores recibieron las cédulas de S. M. y órdenes que llevaba el dicho general, en cuya conformidad había hecho aquel viaje, dando en breve cuenta de todo. Mandaron los señores darles casa y proveerles de lo necesario al general y su gente, y después se les señaló cada día tantos pesos para su sustento. Al P. fr. Agustín de las Llagas lo llevamos al convento de Nuestro Padre San Francisco de San Pablo de Quito, adonde con todo amor y caridad fué bien recibido de todos; y porque venía enfermo de los trabajos del camino, lo llevamos á la enfermería, adonde se le acudió con todo cuidado hasta que estuvo sano. El piloto de la armada portuguesa, á pedimiento de aquellos señores, hizo un mapa de nuestro gran río como persona que lo había marcado y tanteado bien, como ya digimos, que fué de mucho gusto para todos los que lo vieron. 

Yo lo vi muchas veces, y cotejándolo con su original, me parece está cabal y verdadero. Después de hecho esto y el descubrimiento acabado, se fué el piloto á la ciudad de Los Reyes en compañía del Rdo. P. fr. Pedro Dorado, que en este tiempo partió para Lima á negocios de la Ordfti.»



28 de octubre 1746: A las 22:30 horas un maremoto arrasa el Callao destruyéndolo totalmente; 19 buques son varados y de los 8 400 habitantes solo 200 logran salvar la vida. 




























28 de octubre 1818: Captura de la fragata española María Isabel por parte de la Expedición Libertadora(La María Isabel era una fragata comprada por España a Rusia en 1817 cuyo nombre original era Patrrikii ("Патрикий”), de la clase Speshnyi. A continuación se presentan las 11 fragatas de esta clase)





28 de octubre 1858: Un decreto de Castilla ordena “el bloqueo efectivo de todos los puertos, bahías, caletas y desembarcaderos de toda la República del Ecuador”. El bloqueo durará desde noviembre de 1858 hasta setiembre de 1860, aunque algunos buques se mantienen en Guayaquil hasta 1861. Las fuerzas bloqueadoras se conducen con prudencia y moderación con los buques de todas las naciones

Cuando los peruanos ocuparon Guayaquil
El 12 de septiembre de 1859, el presidente Castilla dio un ultimátum al Ecuador y ordenó el bloqueo naval a Guayaquil

En 1859 se produjo un incidente con Perú por la explotación de tierras amazónicas que los peruanos reclamaban como suyas. El presidente en funciones, general Francisco Robles, conocido como ‘el Gemelo’, pidió al Congreso facultades extraordinarias que le fueron negadas. En el gobierno del liberal José María Urbina (1851-1856), el sector terrateniente serrano se vio golpeado por algunas decisiones de inspiración popular que afectaron las relaciones entre los grupos regionales de poder: la manumisión de los esclavos (1852) y la abolición del tributo indígena (1857). En 1859 se produjo un incidente con Perú por la explotación de tierras amazónicas que los peruanos reclamaban como suyas. El presidente en funciones, general Francisco Robles, conocido como ‘el Gemelo’, pidió al Congreso facultades extraordinarias que le fueron negadas. Pasó a Guayaquil para instalar su gobierno, pero le sorprendieron las maniobras de sus opositores: el 1º de mayo de 1859 se nombró en Quito un triunvirato conformado por Gabriel García Moreno, Jerónimo Carrión y Pedro José Arteta.   Robles envió a Urbina para someterlos por la fuerza y García Moreno huyó a Perú. Desde ahí, negoció con el presidente Ramón Castilla para derrocar al Gobierno ecuatoriano.  Frente a las costas de Guayaquil, García Moreno hizo un llamado al pueblo, indicando que los peruanos eran amigos de Ecuador. Al mismo tiempo, en Quito se volvió a desconocer el gobierno de Robles y en Guayaquil, el general Guillermo Franco se proclamó Jefe Supremo con el apoyo de Castilla. En ese momento, el caos invadió todo el país: en Loja, el 18 de septiembre de 1859, se nombró un gobierno federal. En Cuenca se reconoció como Jefe Supremo a Jerónimo Carrión, mientras que la Sierra centro-norte se sometió al triunvirato y gran parte de la Costa, al gobierno títere de Franco. El general peruano Ramón Castilla aprovechó la coyuntura para imponer su arbitrio a Ecuador y se nombraron delegados para revisar el tratado de límites entre los dos países, en el momento que bloqueaba la entrada al puerto de Guayaquil con sus fuerzas navales. El 12 de septiembre de 1859, el presidente Castilla dio un ultimátum a Ecuador y ordenó el bloqueo naval a Guayaquil. Al amanecer del nuevo año, 5.000 soldados peruanos invadieron el país y entraron a Guayaquil desde la hacienda Mapasingue, el 7 de enero de 1860. Una de las primeras cosas que hicieron los peruanos fue acallar a la prensa guayaquileña y publicar un periódico que circuló con el título de ‘El Iris de los Andes’. De esta manera, ellos relataron este infausto suceso para nuestro país: “el 7 del actual, a las cuatro de la tarde, verificó su entrada a Guayaquil el ejército peruano, según el previo acuerdo celebrado por los generales en jefe. Su excelencia el general Castilla, que venía a su cabeza, se separó en el panteón, para pasar a ver a su excelencia el Jefe Supremo; y regresó, para ver desfilar las fuerzas, desde las posiciones de Santa Ana. Las fuerzas peruanas entraron por la calle de San Francisco, y se dirigieron al hospital militar, desocupado de antemano para alojarlas. En todo el extremo norte están sus cuarteles; es decir, que la defensa de Guayaquil está confiada a la lealtad y honor del Perú”. El 25 de enero de 1860 se firmó el írrito y bastardo ‘Tratado de Mapasingue’ y Guillermo Franco, dos días después, reconoció “a nombre del Ecuador”, la vigencia de la Cédula de 1802, “para acreditar los derechos del Perú a los  territorios de Quijos y Canelos”. La reacción de la mayoría de los ecuatorianos, como era de esperarse, fue de rechazo a esas espurias tratativas y los demás gobiernos regionales se unieron para enfrentarse  a Franco y Castilla. La crisis política de 1859-1861 en la que casi desaparece Ecuador, se ha leído de distintas maneras. El historiador Patricio Ycaza sostiene que la desarticulación nacional de esos años se debió a “la respuesta de la reacción goda (conservadora) para desplazar del poder del Estado al proyecto liberal sustentado por el urbinismo” . Las reformas legales, sociales y económicas de la etapa urbinista habían minado el radio de influencia de la clase terrateniente serrana y, por ende, había que socavar a Francisco Robles. La limitada capacidad política del sucesor de Urbina tampoco le posibilitó salir airoso de la crisis. García Moreno, por su parte, logró sostener una campaña militar victoriosa con el apoyo de otras fuerzas políticas que emprendieron la campaña antiperuana.   Indudablemente, una de las lecciones de esta grave crisis fue la necesidad de superar la precariedad política, fortalecer la presencia del Estado y modernizar al ejército; en otras palabras, cohesionar a un país dividido y fragmentado por los intereses de los caudillos regionales, en un proyecto unitario de vocación nacional.

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Pintura anónima del siglo XX, que representa la toma de Guayaquil por el ejército peruano.




28 de octubre 1879: Se aprueba la ley que dispone se “erija en una de las plazas públicas de esta capital una estatua que represente al que fuera ilustre contralmirante Miguel Grau”. 


28 de octubre 1946: Se inaugura el monumento a Grau, en la Plaza Grau de Lima, obra del escultor español Victorio Macho. 

“Almirante:
La dimensión de vuestra hazaña se ha agrandado con el tiempo. En la lejana perspectiva es Angamos un símbolo de gigantes contornos y de presentes enseñanzas. Disponíais de medios limitados y frágiles; mas vuestro aliento supo darles eficacia y grandeza. Vuestra nave minúscula ha crecido, Almirante; y hay un sutil poder de fuego que envidian los cañones en el silencio austero de las cubiertas desmanteladas. No fue infructuoso vuestro sacrificio ni un vano gesto de inmolación de quienes con vos cayeron en la brega. Vuestra sombra augusta preside nuestros mares; y hay un altar para vuestro busto en cada nave de nuestra flota; y un rincón de emoción en 
cada pecho de nuestros marinos. La Armada del Perú cifra su orgullo en vuestra memoria y la Nación, espiritualmente congregado al pie de este monumento, os dice con acento de estremecida gratitud:
¡Gloria a vos, Almirante!”        (José Luis Bustamante y Rivero, 28 de octubre de 1946)