Colaboración del C. de N. Edgardo Loret de Mola
Responsable de la edición: Rosario Yika Uribe
Fuente: Cinco
siglos del destino marítimo del Perú, de Esperanza Navarro Pantac:
Instituto de Estudios Histórico-Marítimos del Perú, 2016
Efemérides Navales de Hoy 13 de junio
13 de junio 1842: Nace el vicealmirante Manuel Antonio Villavisencio. Su participación como comandante de la corbeta Unión en la doble ruptura del bloqueo de Arica lo ha colocado entre los marinos más intrépidos de nuestra historia. (Fotos de la colección del IEHMP)
13 de junio 1968: Se afirma el pabellón patrio en el BAP Pariñas. (La foto ha sido tomada de www.histamar.com.ar)
13 de junio 1998: Se crea el Batallón de Infantería de Marina de Selva No 2, para salvaguarda de la integridad del territorio nacional y vigilancia del área de responsabilidad de cada una de las Bases Contraterroristas situadas en Pucallpa, Contamana, Zorrillos, San Alejandro, Huipoca, Aguaytía, Puerto Inca, Atalaya y Sepahua. (Foto de mi colección que muestra a nuestros Infantes de Marina de Selva en entrenamiento de combate en la Base Naval de Nanay)
Año 1465: Alrededor de este año, el hijo del inca Pachacútec, el joven Hatun Auqui o príncipe heredero –después Túpac Yupanqui, décimo inca y segundo emperador del Tahuantinsuyo–, de aproximadamente 25 años de edad, zarpa por abril, de Manta, en la costa ecuatorial, en una armada de balsas a vela para descubrir las Islas del Poniente: Auachumbi y Ninachumbi. Según los historiadores incas, Túpac invierte un año en esta travesía por el Pacífico, regresando al Perú con prisioneros y botín, después de visitar dos islas habitadas, posiblemente Mangareva y Pascua (Oceanía).
(Si bien el libro de la señora Navarro no indica mas que el año aproximado en que sucedió esta efemérides, hay muy buenos y sólidos indicios que efectivamente se llevó a cabo por el año 1465. La infografía arriba y el primer artículo abajo, tomado del El Comercio del 17 de octubre del 2017, nos sirven de introducción a la hazaña de Tupac Yupanqui y sus 2,000 hombres.
A continuación de este artículo incluyo otro mas amplio que publicó LaMula.pe el 13 de agosto del 2015 con todos los gráficos que lo acompañan.
La foto lateral del mascarón de Proa del BAP Unión, que muestro arriba, es de mi colección. La foto frontal fue tomada en los talleres del SIMA Callao. Como todos sabemos, ese mascarón representa a Tupac Yupanqui. Así la Marina de Guerra del Perú rinde justo homenaje al primer almirante de nuestra tierra, quien también fue el mas joven de todos nuestros almirantes, que navegó hacia lo desconocido al mando de la flota mas numerosa que ha navegado en nuestros mares y en este rincón del planeta. Al comparar las dos fotos del mascarón y el dibujo del Inca Tupac Yupanqui de Felipe Guaman Poma de Ayala, tomado de la obra de la señora Navarro, se descubre que esta ilustración sirvió de modelo para el mascarón de nuestro buque escuela al comparar detalles de ambos: Mascaipacha, Uncu con cuadrados, escudo, Saccsas en sus pantorrillas y tobillos y Usutas de calzado.
Finalmente, he incluido un artículo del diario El País sobre la isla de Mangareva que, a pesar de ser una isla pequeña que hoy alberga a un poco mas de 1,000 habitantes, tiene la singularidad en toda la Oceanía y en el Mundo que sus habitantes utilizan el sistema binario para contar. La pregunta que cae por su peso es ¿Lo inventaron ellos o fueron Tupac Yupanqui y su gente los que les enseñaron a usarlo? ¿Y si fue así, eso podría significar que los Quipucamayocs llevaban las cuentas del imperio en sistema binario en sus quipus? Una curiosa coincidencia es que cuarenta se dice “Tataua” en mangareveño y “Tawa” significa cuatro en quechua.
Si luego de leer los tres artículos desean ver la muy interesante e ilustrativa entrevista a José Antonio del Busto, autor del libro "Túpac Yupanqui-Descubridor de Oceanía", les recomiendo entrar al link que se muestra al final.)
Túpac Yupanqui, el inca que descubrió Oceanía - por Diego Suárez Bosleman en El Comercio del 17 de octubre del 2017
Con tan solo 25 años emprendió un viaje que lo llevaría a distintas islas de la Polinesia
El interés de los peruanos por Oceanía no arrancó esta semana por el partido de fútbol que nos espera contra Nueva Zelanda. En realidad comenzó con los incas, aunque suene jalado de los pelos.
Alrededor de 1465, antes de que Cristóbal Colón llegara a América (1492), el entonces ‘hatun auqui’ (príncipe conquistador) Túpac Yupanqui –quien luego se convertiría en el décimo gobernante de la civilización inca– emprendía una expedición a las actuales islas de la Polinesia –una de las subregiones de Oceanía–. La misión prometía oro, así como encontrar nuevas especies de animales y plantas que podrían resultar útiles para el imperio. Tenía tan solo 25 años.
“Él [Túpac Yupanqui] era un hombre que no había tenido nada que ver con el mar hasta que lo conoció cuando conquistó el golfo de Guayaquil [Ecuador], y descubrió las balsas. [...] Y siguiendo además las corrientes y los vientos, entendió que estas podían llegar a cualquier parte”, le dijo hace unos años a El Comercio el fallecido historiador José Antonio del Busto, autor del libro “Túpac Yupanqui. Descubridor de Oceanía” –que reúne 30 pruebas que confirmarían la veracidad de esta teoría–.
—El explorador—
Túpac Yupanqui –aseguraba Del Busto– conquistó más que Alejandro Magno. Y luego de obtener el control de la isla Puná (Ecuador), a la que llegó en balsa, recibió noticias de la existencia de dos islas lejanas que albergaban una gran variedad de recursos: Auachumbi y Ninachumbi. Los cronistas Pedro Sarmiento de Gamboa, Martín de Murúa y Miguel Cabello de Balboa –que vivieron en el virreinato del Perú en el siglo XVI– coinciden con este relato.
Con 120 embarcaciones y 2.000 hombres, el joven príncipe –de acuerdo con la teoría que rescata Del Busto– inició su aventura a estas dos islas, que se tratarían de Mangareva y Rapa Nui (Isla de Pascua). También llegaría a Nuku Hiva, en el archipiélago de Las Marquesas.
¿Pero cuáles son los indicios que apoyan esta propuesta? En primer lugar, las crónicas indican que tras su viaje, el príncipe inca no solo trajo consigo oro, plata, esmeraldas y animales raros, sino también esclavos negros.
Al no haber registro de exploraciones de Túpac Yupanqui a África, Del Busto aseguraba que se trataba de esclavos de Melanesia –otra subregión de Oceanía– que se encontraban en las islas mencionadas. Asimismo, en Nuku Hiva se hallaron quipus –herramienta para llevar la contabilidad–, conocidos en aquel lugar como quipona.
—El rey Tupa—
Para Joseph Dager, profesor de la Universidad Antonio Ruiz de Montoya y estudiante de Del Busto, entre los varios indicios que recogió su profesor acerca de la presencia inca en Oceanía, hay dos que predominan. El primero es la leyenda del rey Tupa, que hasta la fecha se mantiene en la isla de Mangareva. El relato habla de la llegada de este personaje en una flota de pae pae, balsa a vela con doble mástil, y que deslumbró a los nativos con la cerámica, pues era un mundo precerámico; los metales, porque los lugareños estaban en la edad de la piedra, y la textilería. Cabe resaltar que en dicho lugar existe la danza del rey Tupa.
El segundo indicio importante está en Rapa Nui, que alberga una construcción con características incaicas llamada Vinapú.
“Es una construcción en la que ponen piedra sobre piedra, y entre estas no puede entrar ni un clavo. Esta técnica se ve en las ciudades incaicas del Cusco”, señala Dager.
En este lugar, del mismo modo que en Mangareva, existe un personaje legendario bautizado como Mahuna-te Ra’á, que se traduce como “hijo del Sol”. Para Del busto era una referencia del príncipe inca. Se apoyaba también en la existencia de palabras quechuas en Rapa Nui. Por ejemplo, el tocado que tienen en la cabeza los famosos monolitos de la isla se llaman puka, que en quechua significa rojo. Hay también indicios de viajes entre Moquegua y Pascua.
—La misión a Australia que salió del Callao—
Entre las primeras exploraciones occidentales registradas a Australia, hay una que salió del puerto del Callao en 1605. La misión fue comandada por Luis Vaz de Torres, navegante hispano portugués. Atravesó el estrecho entre Australia y Nueva Guinea, que ahora lleva su nombre.
En el San Pedrico, una embarcación de 40 toneladas, recorrió por tres meses las costas australianas. Durante más de 2 meses, los españoles navegaron a lo largo de la costa de Nueva Guinea, que reclamaron para Felipe III, lucharon con los nativos y capturaron algunos. El 22 de mayo de 1607, Torres llegó a Manila, capital de Filipinas, donde desapareció de la historia, según el diccionario australiano de biografía.
Cuando el explorador y escritor español Pedro Sarmiento de Gamboa empezó a escribir sus crónicas, habían pasado solo 40 años después de la conquista del Perú y todavía estaba en la memoria colectiva la gran hazaña del Auqui (hijo del inca) “Túpac Yupanqui” quien organizó una flota de las más impresionantes que se vieron en las costas sudamericanas, en su afán de conquistar nuevas tierras (Oceanía). En sus crónicas Sarmiento narra como con una flota impresionante en numero de hombres y balsas el hijo del Inca emperador PACHACUTEC partió hacia la lejana POLINESIA descubriendo unas islas a las que las llamó Awachumbi y Ninachumbi
Sarmiento de Gamboa cuenta en su crónica que: "andando Topa Inga Yupanqui conquistando la costa de Manta y la isla de la Puná y Túmbez, aportaron allí unos mercaderes que habían venido por la mar de hacia el poniente en balsas, navegando a la vela. De los cuales se informó de la tierra de donde venían, que eran unas islas, llamadas una Auachumbi y otra Niñachumbi, adonde había mucha gente y oro. Y como Topa Inga era de ánimos y pensamientos altos y no se contentaba con lo que en tierra había conquistado, determinó tentar la feliz ventura que le ayudaba por la mar... y... se determinó ir allá. Y para esto hizo una numerosísima cantidad de balsas, en que embarcó más de veinte mil soldados escogidos". Y concluye la crónica: "Navegó Topa Inga y fue y descubrió las islas Auachumbi y Niñachumbi, y volvió de allá, de donde trajo gente negra y mucho oro y una silla de latón y un pellejo y quijadas de caballo…".
El hecho es tan inusitado que Sarmiento se ve obligado a explicar: "Hago instancia en esto, porque a los que supieren algo de Indias les parecerá una caso extraño y dificultoso de creer”.
TUPAC YUPANQUI
En su libro "Túpac Yupanqui-Descubridor de Oceanía" el historiador peruano José Antonio del Busto, nos cuenta con más detalles esta fascinante hazaña, resaltando que no fue solo Sarmiento quien escribiera acerca de estos viajes hechos por el por entonces "principe heredero Inca", si no que también existen crónicas de Martín de Murua y Miguel Cabello de Balboa las cuales hacen mención a ello.
Según las investigaciones, incluso hoy en día en la isla de Mangareva (localizada en la Polinesia) que fuera llamada por Túpac Yupanqui como Awachumbi se conserva la leyenda del REY TUPA, quien viniera de un lejano país situado al oriente con la intención de instruir a la gente de la isla que aún se encontraba en la edad de piedra y pre-textil. Existe también en la isla el Estrecho de Tupa, llamada así porque según la leyenda fue por ahí donde llegó a la isla el misterioso personaje y su espectacular comitiva. También existe en esta isla de Oceanía una danza llamada "La danza de Tupa" que conmemora su feliz desembarco, acontecimiento imborrable ya conservado a través de la leyenda en la memoria de los mangarevanos. Cabe resaltar también que Mangareva hoy en día, es la única ínsula oceaniana con balsas de vela y otras características que recuerdan mucho a las embarcaciones de totóra que se ven en las costas peruanas o en las del Lago Titicaca.
Según las investigaciones, incluso hoy en día en la isla de Mangareva (localizada en la Polinesia) que fuera llamada por Túpac Yupanqui como Awachumbi se conserva la leyenda del REY TUPA, quien viniera de un lejano país situado al oriente con la intención de instruir a la gente de la isla que aún se encontraba en la edad de piedra y pre-textil. Existe también en la isla el Estrecho de Tupa, llamada así porque según la leyenda fue por ahí donde llegó a la isla el misterioso personaje y su espectacular comitiva. También existe en esta isla de Oceanía una danza llamada "La danza de Tupa" que conmemora su feliz desembarco, acontecimiento imborrable ya conservado a través de la leyenda en la memoria de los mangarevanos. Cabe resaltar también que Mangareva hoy en día, es la única ínsula oceaniana con balsas de vela y otras características que recuerdan mucho a las embarcaciones de totóra que se ven en las costas peruanas o en las del Lago Titicaca.
Otro enclave en la Polinesia a resaltar en esta travesía del llamado "Inca Navegante" es la ISLA DE PASCUA, la cual también nos depara varias sorpresas. Allí se encuentra el no muy promocionado Templo de Vinapú, de innegable arquitectura incaica con un tallado exactamente igual al de las calles cusqueñas en las épocas de Pachacútec y su hijo Túpac Yupanqui. Cuenta el historiador José Antonio del Busto: "Tomé varias fotografías de ese lugar (en la isla de Pascua) y después las traje al Perú para enseñarselas a mis amigos arqueólogos, y todos me decían: '¡si, esto es inca! pero ¿donde has tomado estas fotografías que tienen el mar atrás?', entonces les expliqué, 'esto es Pascua, es la Isla de Pascua' ante su asombro". Para varios prueba irrefutable de la presencia incaica en la isla.
Pero No es lo único. También está la evidencia de un filón de raza andino entre la población nativa de la ínsula. Es un bolsón ándino que, si atendemos escritos posteriores, hablaba el quechua o runa simi. Finalmente, como nota romántica y nostálgica, se recuerda la leyenda de la dulce Uho, doncella raptada por una mancha de quelonios marinos que la llevó, navegando, al país donde nace el astro rey. Este país, cosa notable, estaba protegido por un banco de neblina. Por eso la doncella Uho se alarma, se asusta y teme adentrarse en una creciente oscuridad. Y le dice a su amado, un "príncipe" amo de la tortuga mayor, entiéndase de la balsa real con su caseta, pues las tortugas viajan como las balsas, con su casa a cuestas:
"Es oscura como la noche esta tierra, esposo mío, Mahuna-te-Ra’a. Mi tierra es luminosa y clara, por eso mis ojos la buscan con anhelo, esposo mío, Mahuna-te-Ra’a..."
El "príncipe", quien está llamado a ser monarca en su país, no se llama Tupa o Túpac, pero se nombra Mahuna-te-Ra’a, nombre exótico que para sorpresa nuestra se traduce Hijo del Sol. La leyenda hace a Uho reina al lado de su regio esposo, pero es del caso entender que nunca llegó a Coya, pues se destino sería ser Pihui, esposa secundaria, si no Shipacoya, concubina... Hoy en la isla de Pascua, acaso desde entonces, se denomina "tupa" a las torrecillas de piedra desde las cuales se espera y avista la llegada anual de las tortugas.
MURO INCA EN LA ISLA DE PASCUA, FOTO TOMADA POR ARTURO BULLARD.
Por supuesto que cuando empezaron hace muchos años con las primeras investigaciones acerca de los viajes de Tupac Yupanqui, muchos dijeron que era una locura, que con la tecnología de la época de los Incas era imposible hacer semejante viaje. Fue ahí cuando el explorar noruego Thor Heyerdahl decidió acabar con el debate del si era o no posible hacerlo. Organizó la llamada exploración Kon-tiki (nombre tomado del dios solar de los incas, Wiracocha, de quien se decía que antiguamente había llevado el nombre de "Kon-Tiki") la cual consistía en demostrar que la travesía desde las costas del Perú hasta la Polinesia eran posibles usando la misma tecnología de la época usando balsas idénticas a la usada durante la expedición y movidas únicamente por las mareas, las corrientes y la fuerza del viento, que es casi constante, en dirección este-oeste, a lo largo de la linea ecuatorial. La travesía comenzó el 28 de abril de 1947. Heyerdahl y otros cinco integrantes viajaron durante 101 días a lo largo de casi 7.000 km por el océano Pacífico, hasta llegar a un arrecife en el atolón de Raroia, en las islas Tuamotu, el 7 de agosto de 1947. Toda la tripulación llegó a tierra sana y salva. La conclusión del prestigioso explorador noruego era clara: Pensar que Túpac Yupanqui pudo haber llegado desde las costas de Sudamérica hasta la Polinesia era una empresa totalmente factible para la época.
Ese fue Túpac Yupanqui, hijo de Pachacútec, el gran desconocido de la antigüedad peruana. A él debe el Perú gran parte de sus fronteras. Casi todo el territorio que hoy es nuestro lo conquistó él. Fue el mayor conquistador que haya producido la raza cobriza en América. Hizo dos campañas al Chinchaysuyo (norte), dos al collasuyo (sur), dos al Antisuyo (este) y dos al Contisuyo (oeste). De todas tornó victorioso. Cruzó dos veces la línea ecuatorial y cuatro el Trópico de Capricornio. La verdad es que el quechua conquistó bastante más que el macedonio, Quechuizó naciones. Gran conquistador, hoy lo descubrimos como gran navegante. Atravesó el Pacífico de lado a lado y dejó huellas fehacientes para que el mundo lo reconozca como el gran "Inca navegante", Conquistador del Ande, Yo de los Cuatro Suyos y explorador de Oceanía.
Un sistema binario inventado en Polinesia siglos antes de Leibniz (por Javier Sampedro en El País, Madrid, 16 de diciembre del 2013)
Los nativos de Mangareva desarrollaron este método para contar pescados, frutas, cocos, pulpos y otros bienes de diferente valor.
Los nativos de Mangareva desarrollaron este método para contar pescados, frutas, cocos, pulpos y otros bienes de diferente valor.
El genial matemático Gottfried Leibniz (1646-1716) no fue el primero en inventar el sistema binario que ahora utilizan nuestros ordenadores y teléfonos. Los nativos de Mangareva, una pequeña isla polinésica, se le adelantaron en varios siglos. Los mangareveños no tenían la menor intención de inventar la computación digital, pero se dieron cuenta de que el sistema decimal —como el nuestro— que habían heredado de sus ancestros resultaba demasiado engorroso para hacer los cálculos en el mercado, y le superpusieron un sistema binario que facilita mucho las operaciones aritméticas más comunes. También Leibniz arguyó que su sistema binario servía para simplificar las cuentas, aunque nadie le hizo mucho caso.
No se trata del primer sistema binario conocido de la era preLeibniz –los mismos hexagramas del I-Ching que inspiraron al gran matemático alemán constituyen un sistema binario y tienen casi 3.000 años—, pero Andrea Bender y Sieghard Beller, del departamento de ciencia psicosocial de la Universidad de Bergen, en Noruega, muestran ahora cómo los habitantes de Mangareva no solo inventaron el sistema para contar pescados, frutas, cocos, pulpos y otros bienes de diferente valor en sus transacciones comerciales, sino también cómo esto les condujo a una aritmética binaria que habría merecido la aprobación de Leibniz por su sencillez y naturalidad. Los autores creen que su trabajo revela que el cerebro humano está innatamente capacitado para las matemáticas avanzadas. Publican los resultados en PNAS. (Proceedings of the National Academy of Sciences of the United States of America: http://www.pnas.org/ content/111/4/1322)
Entender el hallazgo requiere un somero repaso del álgebra elemental. El sistema decimal al que estamos habituados, y que es el más común en todo tipo de culturas humanas por basarse en los diez dedos de las manos, lleva implícitas las potencias de diez en la posición de las cifras: en el número 3.725, se entiende que el 5 va multiplicado por 1 (10 elevado a 0); el 2 va multiplicado por 10 (10 elevado a 1); el 7 va multiplicado por 100 (10 elevado a 2); y el 3 va multiplicado por 1.000 (10 elevado a 3).
En un sistema binario solo hay dos símbolos (convencionalmente 0 y 1, pero también pueden ser dos estados de magnetización, como en los ordenadores), y las potencias implícitas por la posición no son las de 10, sino las de 2. Por ejemplo, en el número binario 111, se entiende que el último 1 va multiplicado por 1 (2 elevado a 0), el segundo por 2 (2 elevado a 1) y el primero por 4 (2 elevado a 2); equivale al siete del sistema decimal.
Bender y Beller no han descubierto nada parecido a un pergamino polinesio densamente cubierto de ceros y unos, ni mucho menos una cinta perforada. Lo que han hecho es analizar el lenguaje de Mangareva —uno de los cientos de idiomas de la familia austronesia habladas en las islas del Pacífico— en el contexto de su modo tradicional de vida y las características de sus bienes más preciados de consumo y sus transacciones comerciales, ofrendas, fiestas y demás. Esta forma de vida está en acelerado proceso de extinción, y con ella el sistema aritmético y la propia lengua de los mangareveños, de la que solo quedan ahora unos 600 hablantes en la isla.
Una evidencia del uso de las potencias de 2 —es decir, del sistema binario— en el comercio tradicional de Mangareva son los valores (o taugas) asociados a los bienes más valorados en la isla: tortugas (1 tauga), pescado (2), cocos (4) y pulpo (8). Otro producto valioso es el fruto del árbol del pan (Artocarpus altilis), llamado en inglés breadfruit (fruto del pan). Los frutos del pan de segunda fila valían lo que un coco (4), pero los mejores igualaban al pulpo (8). Recuerden que 1, 2, 4, 8, … son las potencias de 2.
Otro ángulo por el que asoman esas mismas potencias, aunque más indirecto —y combinado con el sistema decimal al que los mangareveños nunca renunciaron del todo— son las palabras (numerales) de uso más común en el rango de las decenas: takau (10), paua (20) , tataua (40) y varu (80). Vuelven a aparecer las potencias de dos (1, 2, 4, 8), aunque esta vez multiplicadas por 10, para cubrir otro abanico de tamaños. Las demás decenas no son palabras nuevas, sino combinaciones gramaticales de las anteriores.
La ventaja de este sistema es que facilita mucho las opèraciones aritméticas fundamentales. Mientras que en el sistema decimal sumar de cabeza (sin contar) requiere memorizar más de 50 cancioncillas (como 4+7=11), en el sistema de Mangareva basta con saber que varu es el doble de tataua, que a su vez es el doble de paua, que a su vez es el doble de takau. Lo demás emerge de un modo muy natural y fácil de utilizar.
Con otras palabras, se trata esencialmente del mismo argumento que utilizó el gran Leibniz. Los demás seguimos contando con los dedos.
Link de la entrevista a José Antonio del Busto sobre la hazaña de Tupac Yupanqui y su libro "Túpac Yupanqui-Descubridor de Oceanía":
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